La promesa de una “respuesta más contundente” por parte de Corea del Norte a las sanciones estadounidenses introducidas el miércoles 12 de enero no se hizo esperar. Este tercer ensayo norcoreano en diez días tuvo lugar pocas horas después de las declaraciones del portavoz de Asuntos Exteriores calificando de “actitud de confrontación” la decisión estadounidense de establecer sanciones contra cinco personas vinculadas al programa balístico norcoreano.
Tras la prueba de un misil calificado de hipersónico por los medios de comunicación estatales en presencia de Kim Jong-un el martes 11 de enero, esta nueva prueba envía un mensaje claro: el país no renunciará a su programa balístico, sean cuales sean las sanciones. Las reiteradas invitaciones al diálogo sin condiciones de Estados Unidos o una declaración conjunta del fin de la guerra de Corea por parte del Sur parecen insuficientes para el líder norcoreano, que parece esperar una contrapartida a las posibles conversaciones.
Por el lado de Seúl, las pruebas del vecino corren el riesgo colarse en los debates de las elecciones presidenciales que tendrán lugar el próximo mes de marzo.
El sucesor del presidente Moon Jae-in, gran partidario del diálogo, tendrá mucho que hacer si quiere que Pyongyang y Washington se sienten en una mesa de negociación en la que ninguna de las partes parece realmente dispuesta a sentarse.