Hace algunos días atrás, un monje budista fue encontrado sin vida en el templo Wat Phu Hin en la provincia de Nong Bua Lamphu, en el noreste de Tailandia, luego de haberse autodecapitado con una guillotina con el aparente objetivo de reencarnarse en un “ser espiritual superior”.
Según informan medios locales, el sobrino de Thammakorn Wangpreecha (68), Booncherd Boonrod, descubrió el cuerpo y aseguró que los planes de su tío quedaron inscritos en una placa de mármol.
“En la carta decía que cortarse la cabeza era su forma de alabar a Buda y que había estado planeándolo durante cinco años”, relató Boonrod. “Su deseo era ofrecer su cabeza y su alma para que el Señor pudiera ayudarlo a reencarnarse en un ser espiritual superior en la próxima vida”.
Supuestamente, el monje colocó una guillotina improvisada junto a la estatua de una deidad budista de tal forma que su cabeza, una vez cortada, pareciera estar siendo sostenida por la figura religiosa.
Más de 300 devotos participaron en el rito funerario. El cuerpo de Wangpreecha fue colocado dentro de un ataúd y su cabeza dentro de un frasco. Luego, los restos fueron llevados hasta un bosque, donde fueron incinerados.
“Cumplió su objetivo y encontró la luz”, dijo uno de los seguidores del monje, quien sirvió en Wat Phu Hin durante once años.
No obstante, pese a que algunos alaban la decisión tomada por Wangpreecha, la Oficina Nacional de Budismo pidió ayuda al gobierno local para explicar a los residentes del área que ese tipo de prácticas no es fomentada por la religión.