Sarah Howell y su esposo Chris se acercaron a una agencia de adopción porque querían tener un hijo. Sus vidas se llenaron de felicidad al conocer a su hermosa bebé, sin embargo, cinco días después debieron devolverla al hospital porque sus padres biológicos se habían arrepentido.
“La estaba alimentando cuando llegó la llamada. Caí al suelo, estaba desesperada. Le preguntaba una y otra vez a mi marido es estaba bromeando. Pero era cierto”, recuerda con angustia la mujer de Virginia, Estados Unidos.
“Lo sentimos como una muerte real”
Sarah, que trabaja como enfermera, explica: “Decir adiós a ella duele más de lo que lo que puedo describir con palabras. Lo sentimos como una muerte real porque sabíamos que probablemente nunca la volveríamos a ver”, refleja.
En un intento por volcar sus sentimientos, afirma que la pequeña los había hecho padres aunque sea por unos días, y ayudó a sanar una parte de sus corazones rotos por la infertilidad.
Sarah dice que no guarda resentimientos hacia los padres que se llevaron a su hija y les agradece que la hayan convertido en madre durante unos días.
Duros tratamientos
Sarah se horrorizó cuando los médicos le dijeron que padecía una endometriosis que le haría difícil concebir un bebé. Y que si quería tener hijos, debía empezar a intentarlo “más temprano que tarde”.
La pareja intentó quedar embarazada durante tres años, y Sarah se sometió a múltiples cirugías y cientos de inyecciones, píldoras y pruebas de embarazo negativas, refleja Metro.
En abril de 2017, viajaron a un inmunólogo reproductivo en Chicago para un día completo de pruebas, pero nuevamente se les dijo que la probabilidad de que concibieran naturalmente era menos del 1%. Fue cuando decidieron que era momento para adoptar un niño.
Así fue que completaron la evaluación del hogar y se sumaron a la lista de espera de hasta tres años. Pero una inesperada noticia los sacudió.
Quedó embarazada y adoptó
En enero de 2018, Sarah comenzó a sentirse mal. Tras descartar algunas cuestiones, quizá con la ilusión intacta pese a las probabilidades casi nula, se hizo un test de embarabazo... y dio positivo.
“Lloré tan fuerte que apenas podía respirar. Realmente fue el impacto de mi vida”, cuenta entre lágrimas luego de tantas malas noticias y perspectiva negativa.
“Recuerdo que me pregunté un millón de veces ese día ‘¿cómo es esto posible?’. Una hora más tarde, un trabajador social de la agencia de adopción llamó para decir que habían sido emparejados y que podían conocer a quien sería su bebé por cinco días.
La pareja recogió a su hija adoptiva mientras Sarah tenía ocho semanas de embarazo y se enamoraron instantáneamente.
“Cuando entré a la habitación del hospital, su madre biológica la sostenía y la colocó amorosamente en mis brazos. ‘Conoce a tu madre, niña’”, dice que expresó.
Pero tras cinco días de felicidad familiar fue que la pareja recibió la llamada telefónica devastadora: los padres biológicos querían recuperarla, lo que pueden hacer legalmente hasta diez días después del nacimiento.
“Siempre digo que el dolor que sentimos ese día fue muchísimo peor que nuestros tres años de infertilidad combinados”, asegura convencida la estadounidense.
El nacimiento de Noah y más llegadas
En octubre de ese año, Sara tuvo las primeras señales que la llevaron al trabajo de parto y dio a luz a Noah.
“Fue surrealista y se sintió como una experiencia extracorporal”, relata. Y continúa: “Cuando lo acerqué a mi pecho, me encontré hablando con Dios dándole las gracias por darnos este milagro”.
Cuando Noah tenía un año, la familia recibió otra llamada de un trabajador social, diciendo que habían sido emparejados nuevamente con un bebé.
Subieron a encontrarse con el niño de un día en el hospital y lo llamaron Levi. Claro está, pasaron los primeros diez días con el temor de que se pudiera repetir la situación. “Me sentí vulnerable y aterrada de volver a amar a un niño sabiendo que tal vez no se quedaría”, advierte.
La familia decidió convertirse en padres adoptivos para ayudar a más niños y adoptó a otro bebé, de dos meses, en junio de este año.
“Como madre de tres chicos menores de tres años, siento que siempre estoy limpiando el desorden, jugando como árbitro y cambiando pañales ‘’, remarca sobre su actualidad. Pero no reniega: “Sé que extrañaré esto algún día, y repasando lo sucedido, debo disfrutar el ahora”