Avi Loeb, director del Departamento de Astronomía de la Universidad de Harvard, aseguró en su nuevo libro que el objeto interestelar Oumuamua, avistado por científicos de un observatorio hawaiano en 2017, es el primer signo de vida inteligente más allá de la Tierra detectado en nuestro Sistema Solar.
En su obra, el principal astrónomo de Harvard expone la controvertida teoría de que nuestro sistema solar fue visitado de manera reciente por tecnología alienígena avanzada de una estrella distante.
A finales de 2017, los científicos de un observatorio hawaiano vislumbraron un objeto que se elevaba a través de nuestro sistema solar interior, moviéndose tan rápido que solo podía venir de otra estrella. Loeb indicó que no era un asteroide porque se movía demasiado rápido a lo largo de una órbita extraña y no dejaba rastro de gas o escombros a su paso. Para el astrónomo, solo había una explicación concebible: el objeto era una pieza de tecnología avanzada creada por una civilización alienígena distante.
Según la editorial que publicó el libro “Extraterrestre: el primer signo de vida inteligente más allá de la Tierra”, Loeb desafía a pensar de forma crítica sobre lo que hay ahí fuera, sin importar lo extraño que parezca. Además de llevar a los lectores a la apasionante historia del primer visitante interestelar que se avistó en nuestro sistema solar, el astrónomo describe su controvertida teoría y sus profundas implicaciones para la ciencia, para la religión y para el futuro del ser humano.
La teoría de Loeb es considerada controvertida y pocos representantes de la comunidad científica comparten las polémicas ideas del astrónomo sobre el misterioso objeto interestelar. En julio de 2019, el equipo Oumuamua del Instituto Internacional de Ciencias Espaciales publicó un artículo en Nature Astronomy que concluía que no se encontró “una evidencia convincente que favorezca una explicación extraterrestre”.
Por su parte, Loeb admitió que sus teorías sorprendieron a los científicos pero insistió en sus hallazgos. En declaraciones a New York Post, el astrónomo indicó que algunas personas “no quieren discutir la posibilidad de que existan otras civilizaciones” porque piensan que “somos especiales y únicos”. Sin embargo, este descubrimiento “podría redefinir el lugar que ocupamos en el universo”.