Cargando mochilas y niños pequeños, cientos de personas que duermen en las calles de París fueron obligados a subir a autobuses rodeados por Policía armada este jueves. Se trata de un grupo de inmigrantes y personas sin hogar que fueron sacados de la ciudad antes de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos.
Las personas, en su mayoría migrantes africanos, fueron llevadas a la periferia de la ciudad en micros pagados por el gobierno francés. Les darán alojamiento temporal, al menos hasta el final de los Juegos.
Mientras que algunos que viven en las calles estaban contentos de tener un techo por la noche, pocos sabían qué pasará con ellos una vez que la atención del mundo deje de estar sobre París, informó la agencia de noticias AP.
Las autoridades francesas han estado removiendo los campamentos de indigentes y migrantes meses antes del gigantesco evento deportivo global, que sucede en un momento importante para el presidente Emmanuel Macron — en medio de una crisis política. Pero los Juegos también han sido criticados por los parisinos que han visto un incremento en precio al transporte público y el gasto gubernamental para limpiar el río Sena para la natación en lugar de invertir en una red de seguridad social.
Las autoridades también han criticado debido a que han llevado los campamentos de migrantes del centro de la ciudad en donde se llevarán a cabo los Juegos Olímpicos y los han llevado a la periferia de París y otras regiones. Grupos de activistas y migrantes consideran la práctica — que también fue utilizada en otras ciudades olímpicas como en Río 2016 — como “una limpieza social”.
“Quieren limpiar la ciudad para los turistas durante los Juegos Olímpicos”, indicó Nathan Lequeux, uno de los organizadores de los grupos activistas Utopia 56. “El trato a los migrantes es cada vez más terrible, la gente está siendo desalojada de las calles... Con los Juegos Olímpicos, se ha incrementado la agresividad de la política”.
Christophe Noël Du Payrat, jefe de personal del gobierno de la región de Ile-de-France, que rodea París, negó tajante las acusaciones y dijo que el gobierno ha reubicado a los migrantes de la ciudad desde hace años.
“Los estamos cuidando”, dijo. “No entendemos las críticas por que estamos determinados a ofrecerles un lugar a estas personas”.
Habló mientras docenas de policías rodearon a los migrantes y evitaron que caminaran por las calles mientras colocaban una cinta de advertencia. Al preguntarle a Noël Dyu Payrat por qué habían tantos agentes para un grupo que en su mayoría son familia, dijo que es para mantener “la paz y calma”.
Desde hace tres días, migrantes y otras personas sin hogar se han manifestando durmiendo frente al ayuntamiento mientras los atletas y turistas llenan las calles de París.
Entre los manifestantes está Natacha Louise Gbetie, una migrante de 36 años de Burkina Faso que cargaba un niño de un año en su espalda. Gbetie, quien trabaja como contadora en su país, migró a Montpellier con su familia hace años.
Muchos de estas familias que están siendo reubicadas por las autoridades son como Gbetie — de países africanos que fueron colonizados por Francia.
El grupo de manifestantes acordó que las familias se subirían a los autobuses para dirigirse a una región cercana a París y que las familias permanecerían juntas en un albergue.
A pesar del acuerdo, los líderes de las protestas están preocupados que esta decisión podría aislar a los migrantes y no está claro qué sucederá con la gente sin hogar.