El Papa Francisco pidió que “los adversarios se den la mano” y que se sigan “proyectos de paz” al encabezar el tradicional Vía Crucis para el que además invitó a una familia rusa y a una ucraniana a participar juntas de la ceremonia.
“Tómanos de la mano, como un Padre, para que no nos apartemos de ti. Convierte nuestros corazones rebeldes a tu corazón, para que aprendamos a seguir proyectos de paz”, pidió el Pontífice durante la celebración que encabezó frente al Coliseo Romano en la capital italiana.
Y continuó: “Lleva a los adversarios a darse la mano para que gocen del mutuo perdón, desarma la mano levantada de su hermano contra su hermano para que donde haya odio florezca la armonía”.
El conflicto entre Ucrania y Rusia estuvo también presente en la estación 13 de la celebración, en la que los textos fueron escritos por una mujer de cada país, Irina y Albina, que luego cargaron juntas y en silencio la cruz junto a sus familias.
Irina es una enfermera ucraniana en el centro de cuidados paliativos ‘Together in Care’ de la Fondazione Policlínico Universitario Campus Bio-Medico de Roma, y Albina es una estudiante rusa de la carrera de enfermería del Campus Universitario Bio-Médico.
En la meditación conjunta, las dos mujeres aseveraron que “de frente a la muerte, el silencio es más elocuente que las palabras” y pidieron “que cada uno, en su corazón, rece por la paz en el mundo”. En el texto preparado, pidieron que “las familias destruidas por lágrimas y sangre” a causa del conflicto tengan “la paciencia del perdón”.
Francisco, mientras tanto, se mantuvo serio y reflexivo y siguió el acto desde un palco colocado al pie del monte Palatino, situado frente al anfiteatro Flavio, hasta que pronunció su oración final cerca de las 22.30 locales. El Vaticano calculó que unas 10.000 personas participaron de la celebración.
Las 14 estaciones del Vía Crucis
Este año, las estaciones fueron escritas por diferentes familias, que luego cargaron la cruz en cada una de las estaciones. Participaron una pareja joven recién casada; una familia en misión; una pareja de esposos ancianos; una familia con 5 hijos; una familia con un hijo con discapacidad; una familia que organiza una casa de acogida; una familia que enfrenta la enfermedad; una pareja de abuelos; una familia con hijos adoptivos; una mujer viuda con hijos; una familia con un hijo consagrado; una familia que se enfrenta a la pérdida de un hijo; una familia de migrantes; y las de Albina e Irina.
En la última de las estaciones, la cruz fue llevada por una familia de migrantes que explicó que después de duros viajes, ahora son percibidos como una carga en el país de acogida. “Aquí somos números, categorías, simplificaciones. Sin embargo, somos mucho más que inmigrantes. Somos personas”, dijeron.
El Vía Crucis de este viernes marcó además el regreso de la celebración al Coliseo Romano, ya que en 2021 y 2020 se hizo en Plaza San Pedro, sin público, debido a la pandemia de coronavirus.
En medio de un fuerte operativo, las calles aledañas estaban vacías desde primera hora de la tarde de este viernes, cuando se cerraron las estaciones de subte y dispusieron el anillo de seguridad que se extendía más de un kilómetro a cada lado del histórico símbolo de Roma.
Francisco había iniciado el Viernes Santo en la basílica de San Pedro, durante la celebración de la denominada “Pasión del señor”, que se caracteriza porque el Papa no predica sino que se limita a escuchar la homilía del predicador de la Casa Pontificia, Raniero Cantalamessa, un capuchino de 87 años que también lo guía en sus ejercicios espiritual anuales.
“La guerra es una monstruosidad”
En una entrevista con la cadena pública RAI, planteó también que el conflicto en Ucrania a raíz de la invasión rusa “golpea mucho” a Europa y lamentó también otros enfrentamientos mundiales por los que “el mundo está en guerra”. “Hace algunos años dije que estábamos viviendo la tercera guerra mundial por pedazos. Pero no hemos aprendido. La guerra es una monstruosidad”, sostuvo el Papa.
Este sábado, Jorge Bergoglio tendrá a su cargo la Vigilia de Pascua a las 19.30 locales (14.30 de Argentina) y el domingo, tras la misa matutina del denominado Día de Resurrección, dará su mensaje Urbi et Orbi desde la Basílica vaticana, en el que, como de costumbre, recorrerá distintas problemáticas mundiales.