Ayer, un día antes de la asunción de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, el Papa Francisco expresó su visión crítica respecto a algunas de las políticas propuestas por el mandatario electo. Entre ellas, destacó su rechazo a las promesas de deportaciones masivas, señalando que “si es cierto, sería una vergüenza”.
“Él vino aquí una vez cuando era presidente, pero no hablamos. Pero si esto es verdad, sería una vergüenza porque haría que la pobre gente desafortunada que no tiene nada pague la factura impaga. No funciona, no se resuelven los problemas de esa manera”, declaró en una entrevista televisiva.
A pesar de estas palabras, el Sumo Pontífice felicitó al nuevo presidente a través de un telegrama oficial, deseando que “bajo su liderazgo, el pueblo estadounidense prospere” y reafirmando su esperanza en que Estados Unidos continúe siendo “una tierra de oportunidades y bienvenida para todos”.
“Tengo la esperanza de que bajo su liderazgo el pueblo estadounidense prosperará y se esforzará siempre por construir una sociedad más justa, donde no haya lugar para el odio, la discriminación o la exclusión”, expresó en su mensaje.
El vínculo entre el Papa y Trump ha sido históricamente tenso. Durante la primera presidencia del magnate, en 2017, Francisco lo calificó como “no cristiano” cuando ordenó para construir un muro en la frontera entre Estados Unidos y México. En esta nueva etapa, reiteró su postura contraria a medidas que considera arbitrarias y perjudiciales para los más vulnerables: “Los pobres desgraciados que no tienen nada pagan la factura. Esto no se puede hacer. No se resuelven así las cosas”.
En el día de hoy, desde sus redes sociales, aseguró que “nada como la oración según el Espíritu Santo hace que los cristianos se sientan unidos como familia de Dios, que sabe reconocer las necesidades de cada uno para convertirlas en invocación e intercesión de todos” y remarcó la “unidad de los cristianos”.