Una “iglesia” que rinde culto a Maradona generó discordia en la comunidad católica tras haber celebrado su primer casamiento religioso. El curioso templo se halla en San Andrés Cholula, en México. El 1 de octubre Héctor García y Jaziel Torres consumaron su matrimonio en el recinto.
“Poner a un hombre nada ejemplar como Maradona en el lugar de Dios es idolatría y un pecado grave contra el primer mandamiento”, dijo el sacerdote de la Arquidiócesis Primada de México al ser consultado sobre el tema.
El encargado de unirlos fue Vicente Avendaño, un supuesto religioso al que denominan “director técnico espiritual” o “DT”. Este se colocó una túnica y una prenda similar a una estola con la palabra “Dios” en color azul para realizar el ritual.
“Bajo el incansable ánimo, no una bendición eclesiástica, sino el amor que ustedes se profesan, les deseo lo mejor y bajo este rito maradoniano los declaro marido y mujer”, dijo Avendaño.
Luego los contrayentes profesaron sus votos y se colocaron anillos y un lazo. Sin embargo, la ceremonia no es más que una simulación ya que no tiene validez legal en México.
El P. Valdemar aseguró que las personas que participan en cultos de este tipo “están cometiendo un grave pecado de idolatría y apostasía”.
“Deben arrepentirse y acercarse al sacramento de la Confesión, de no hacerlo les traerá graves consecuencias espirituales para su vida”
El presbítero aseguró que “un culto semejante es absolutamente irracional y grotesco”, ya que “Maradona no es ejemplo de una vida recta y de fe, sino todo lo contrario, es un pobre hombre que acabó siendo víctima de su soberbia y de sus vicios”.
“No puede ser el referente de la vida espiritual de nadie”, subrayó.
El P. Valdemar recordó a los católicos que siempre “debemos tener claro que hay un solo Dios verdadero, y que Jesucristo es el único que puede salvarnos”.
“Bien lo decía el gran escritor católico inglés Chesterton: ‘el que no conoce a Dios ante cualquier tronco se hinca’, acotó.
Según el sacerdote mexicano “la proliferación de estos cultos falsos es consecuencia de la secularización de la sociedad y del abandono de la fe”.
“Refleja el vacío de las personas y su búsqueda equivocada de espiritualidad, cómo nunca se cumplen aquellas palabras del profeta Jeremías: ‘se fueron tras vaciedades y se quedaron vacíos’”, concluyó.