El principal acusado en el juicio por los atentados yihadistas del 13 de noviembre de 2015 (13-N) en París que dejaron 130 muertos reivindicó su fe islámica y se declaró “combatiente del Estado Islámico”, en sus primeras palabras ante el Tribunal este miércoles.
“Primero que todo, quiero decir que no hay más dios que Alá y que Mahoma es su profeta”, dijo el francomarroquí Salah Abdeslam cuando le pidieron que se identificara, informó la agencia.
“Ya veremos eso”, le respondió al presidente del Tribunal, Jean-Louis Périès, cuando le preguntó por su oficio. “Abandoné cualquier profesión para convertirme en un combatiente del Estado Islámico (EI)”, agregó Abdeslam, de pie.
Acto seguido rechazó a dar el nombre de sus padres. “El nombre de mi padre y de mi madre no tienen nada que ver en esta historia”, declaró.
Salah Abdeslam fue el primero de los 14 acusados presentes -seis están juzgados en rebeldía- en ser consultado por su identidad, como suele ser habitual en los juicios.
A su llegada al banquillo de los acusados poco antes del inicio del proceso, el hombre de 31 años, con tapabocas y camiseta negra, conversó un momento con sus abogados, Olivia Ronen y Martin Vettes.
Días antes de su detención, al inicio de un juicio en 2018 en Bruselas por un tiroteo en Bélgica en marzo de 2016, Abdeslam rechazó responder a las preguntas del Tribunal.
“Ahora, júzguenme, hagan lo que quieran de mí”, “no tengo miedo de ustedes (...) pongo mi confianza en Alá y, eso es todo, no tengo nada que añadir”, aseguró entonces.
Juicio maratónico
Este miércoles, el Tribunal francés abrió el megaproceso que se desarrollará en el céntrico Palacio de Justicia de París durante unos nueve meses, con casi 1.800 partes civiles y 20 acusados.
Périès decidió realizar un discurso inicial, algo poco común, para pedir que se mantenga la “dignidad” de la justicia en este proceso que la prensa francesa califica de “juicio del siglo” y Arthur Dénouveaux, superviviente de la sala de conciertos Bataclan y presidente de la asociación de víctimas Life for Paris, describió como “una provocación”.
Pero, tras una pausa de alrededor 30 minutos por la indisposición de uno de los acusados Farid Kharkhach, que según su abogado se encontraba en “estado depresivo” por el trato recibido en prisión y a su llegada, Abdeslam lanzó una diatriba contra el tribunal.
“Somos tratados como perros. Aquí es muy bonito, hay pantallas planas, pero allí atrás...”, subrayó interrumpiendo y señalando con el dedo al presidente del tribunal. “Hace seis años que me tratan como un perro y nunca me he quejado”, agregó.
Abdeslam figura como el principal acusado por las matanzas perpetradas el 13-N en el Estadio de Francia, al norte de París, en las terrazas de los bares del este de la capital y en el Bataclan.
El momento importante del juicio comenzará a finales de septiembre con los testimonios de los sobrevivientes y allegados de las víctimas, durante cinco semanas, informó Télam.
El interrogatorio de los acusados llegará en 2022 y el principal interrogante será si Abdeslam abandonará el mutismo en el que se ha instalado desde su detención en Bélgica en 2016, más allá de sus referencias al Islam. Antes de convertirse al EI, este joven francomarroquí de 31 años, cometía delitos menores.
Ese 13 de noviembre, un atacante suicida activó sus explosivos cerca del Estadio de Francia, donde tenía lugar un partido amistoso de fútbol entre Francia y Alemania, con miles de personas en las gradas, entre ellos el entonces presidente Francois Hollande y la canciller alemana Angela Merkel.
Dos kamikazes más siguieron minutos después provocando la muerte de un conductor de un micro. Abdeslam también debía inmolarse pero acabó huyendo a Bélgica, porque, según los investigadores, su cinturón de explosivos era defectuoso, informó Télam.
Luego, en el centro de París, dos comandos de tres hombres cada uno dispararon contra terrazas de bares y restaurantes y balearon a los asistentes a un concierto en el Bataclan, donde las fuerzas de seguridad lanzaron un asalto pasada la medianoche.
Doce de los 20 acusados se enfrentan a cadena perpetua por los 130 muertos y más de 350 heridos, el peor ataque en París después de la Segunda Guerra Mundial.