Aunque parezca una broma, no lo es: en Brasil la campaña electoral de cara a la segunda vuelta sumó un nuevo actor y por más insólito que parezca, no se trata ni de personas, ni de grupos económicos, ni sindicatos, ni nada por el estilo.
El nuevo factor de controversia entre Lula y Bolsonaro es el diablo. Esto es así porque el factor religioso ha cobrado impulso dentro de las disputas entre los dos candidatos, sin dejar de lado las acusaciones cruzadas y los intentos por llevar calma a los feligreses votantes.
En el caso de Lula, el candidato tuvo que desmentir noticias falsas que lo acusan de tener “un pacto con el diablo” y a reiterar que es cristiano y cree en Dios.
Para reforzar la idea, desde las redes sociales del candidato del PT indicaron que “Lula no tiene pacto ni jamás conversó con el diablo”. Tal aclarción se debió a la circulación de fake news atribuidas al entorno de Bolsonaro.
Bolsonaro y el apoyo de los evangélicos
Por su parte, el candidato de la extrema derecha, Jair Bolsonaro, consolida un gran apoyo por parte de los feligreses evangélicos que constituyen el 30% del electorado.
Según lo detalló Infobae, el líder del Partido Liberal (PL) también ha acusado varias veces a Lula de pretender clausurar iglesias si recupera el poder, algo que ha sido desmentido en reiteradas ocasiones por parte del ex presidente.
Pero las sombras de las acusaciones de satanismo también llegan al actual presidente carioca: en un video antiguo que podría datarse de 2018, el titular del ejecutivo lleva adelante un discurso en lo que se ha identificado como un templo masónico.
En el altar en que Bolsonaro habló, se ven imágenes y símbolos propios de la masonería, que los católicos y los evangélicos suelen asociar a Satanás.
También muchos pusieron en duda el lema “Dios, Patria, Familia” que ha adoptado Bolsonaro para esta campaña y llegaron a asegurar que el presidente es en realidad “uno de los falsos mesías” de los se advierte en la Biblia.
Lula ganó la primera vuelta de las elecciones el pasado domingo con un 48,4% de los votos, frente al 43,2% que obtuvo el ultraderechista Bolsonaro.
Ambos se disputarán la Presidencia en una segunda vuelta que tendrá lugar el próximo 30 de octubre.
