Si las elecciones presidenciales en EEUU -cuyo resultado a varias horas del cierre de las urnas es todavía una incógnita- terminaran en un empate en la cantidad de delegados electorales, el Congreso tendrá a su cargo la resolución de la situación, que sería excepcional y que sólo tiene dos antecedentes en más de dos siglos de historia.
EEUU vota de manera indirecta, ya que los electores nominan en cada uno de los 50 estados que conforman la Unión delegados que luego, en el Colegio Electoral, llevarán el mandato que le dieron las urnas.
El mismo sistema rigió en la Argentina hasta la primera elección de Carlos Menem en 1989, ya que la Reforma Constitucional de 1994 terminó con el Colegio Electoral y estableció el voto directo.
El Colegio Electoral en EEUU está conformado por 538 miembros (la suma de 435 diputados, 100 senadores y tres delegados de Washington DC) que se distribuyen entre los estados de acuerdo con la población de cada uno de ellos, de manera que quien obtenga 270 delegados se asegurará el triunfo.
La cantidad de votos electorales que recibe cada estado es igual al número de senadores y representantes que tiene en el Congreso. Por ejemplo, California, el estado más poblado, tiene 55 electores, y New Hampshire sólo cuatro.
El candidato con más votos en un estado es el que se adjudica todos los electores, por lo que, en la práctica, ganar el voto popular no siempre conduce a la victoria: en los comicios de 2016 la candidata demócrata, Hillary Clinton, obtuvo tres millones de votos más que Donald Trump en la cuenta general a nivel país, pero el republicano se aseguró el triunfo por haberse impuesto -aun por escaso margen- en los estados con mayor cantidad de delegados.
Como la cantidad de delegados varía en cada estado, en una de las tantísimas combinaciones matemáticas podría ocurrir que el número obtenido por cada partido, Republicano y Demócrata, sea el mismo. Es decir, habría empate en la cifra de electores.
Para ese caso, en el que obviamente ninguno de los partidos tendría mayoría de delegados, la Enmienda 12 de la Constitución de EEUU establece que la decisión de elegir presidente pasa al Congreso, ya que cada delegación estatal en la Cámara tiene un voto. El Senado sería el órgano encargado de elegir al vicepresidente, en este caso Mike Pence o Kamala Harris.
Esta situación sólo se ha dado dos veces en la historia del país. Thomas Jefferson y Aaron Burr recibieron el mismo número de votos electorales en el año 1801, aunque Burr competía como vicepresidente, según el procedimiento vigente en la época. El Congreso convirtió a Jefferson en el tercer presidente estadounidense, después de 36 votaciones seguidas, recordó el diario español El Mundo.
En 1825, John Quincy Adams y Andrew Jackson tampoco recibieron la mayoría absoluta de los votos electorales. En esa ocasión, la Cámara eligió presidente a John Quincy Adams, el sexto en ocupar el cargo, a pesar de que Jackson obtuvo más votos populares.