Catherine Keane, de 31 años de edad, era una chica irlandesa sana y alegre. Siempre estaba en forma, le gustaba hacer deportes e ir al gimnasio. También realizaba largas caminatas a diario, pero murió inesperadamente mientras dormía.
Según sus compañeros de casa, la mujer no bajó a desayunar aquella mañana, lo que les resultó bastante sospechoso. En una de las tantas olas de la pandemia de coronavirus, cualquier señal daba temor.
La joven de 31 años y sus amigos trabajaban desde la casa en Rathmines, en la capital Dublín. Así es que el home office les permitía tener horarios menos rígidos. Pero jamás imaginaron el triste final.
Durante la mañana en la que ocurrió el trágico incidente los jóvenes estaban un poco preocupados y, para no molestarla o invadirla, decidieron enviarle un mensaje de texto. Al tiempo, como no hubo respuesta, entonces sí fueron hasta su habitación, informó el medio Irish Mirror.
Tras intentar despertarla sin suerte, recién entonces cayeron en la peor noticia: había fallecido durante la noche. Y ninguno podía creer lo que estaban viviendo.
Más tarde, los médicos determinaron que la muerte había sido a causa del síndrome de muerte súbita del adulto (SADS).
SADS es una condición en la que alguien muere repentina e inesperadamente a causa de un paro cardíaco, pero cuya causa no se puede encontrar.
Margherita Cummins, la afligida madre de Catherine, contó que una de las amigas de su hija escuchó un ruido proveniente de su habitación en las primeras horas de la madrugada de aquel 1° de junio de 2021 y cree que fue entonces cuando murió.
Margherita insta a los padres a que evalúen a sus hijos si hay antecedentes familiares de enfermedades cardíacas.
“Vivía con dos amigos en Dublín y todos trabajaban desde casa, por lo que nadie realmente prestaba atención cuando no bajaba a desayunar” repite la versión oficial.
“Le enviaron un mensaje de texto a las 11.20 y cuando no respondió, revisaron su habitación y descubrieron que había pasado” agrega como si fuera hoy.
“Catherine y yo éramos muy unidas porque fuimos solo nosotras durante mucho tiempo antes de conocer a mi esposo Fergal y tener a Sean y Naoise” dice sobre la vida de la víctima.
La joven de 31 años trabajaba para una empresa de publicidad y le estaba yendo muy bien. Iba al gimnasio y caminaba 10.000 pasos todos los días para mantenerse activa.
“Todos los días me despierto y pienso: ‘Oh Dios, aquí vamos de nuevo’. Intento buscar algo positivo que me ayude salir adelante, pero hay muchos cosas que me recuerdan a ella por todas partes”, revela la madre devastada por la muerte de su hija.
Y agrega: “Quizá me consuela un poco que partió mientras dormía, no sintió dolor y agradezco eso. Nunca pensé que perdería un hijo en mi vida”.
La familia tiene previsto realizar una caminata de 5 km cerca de su casa en Ratoath. Será el 2 de julio, y su objetivo es recaudar fondos para CRY (Cardiac Risk in the Young).