Cuando su hija de 10 años intentó rociarse con aromatizante ambiental una mañana antes de ir a la escuela, Brittany Tichenor-Cox sospechó que algo estaba mal con la adorable niña cuya sonrisa se desvaneció después de entrar a quinto de primaria.
Convenció a Isabella “Izzy’' Tichenor que le contara sobre un niño de su salón que le dijo que apestaba después de que la maestra pidió ducharse a a los alumnos. Era el más reciente de una serie de incidentes de bullying contra Isabella, quien era autista y la única estudiante de raza negra en su salón. Isabella era insultada por su color de piel, sus cejas y un lunar en su frente, dijo su madre.
Tichenor-Cox informó a la maestra, la escuela y el distrito sobre el bullying. No se hizo nada para mejorar la situación, comentó. Y el 6 de noviembre en su casa cerca de Salt Lake City, Izzy se suicidó.
Su impactante muerte provocó una ola de ira por los suicidios entre jóvenes, racismo en el salón de clases y el trato a niños con autismo, problemas que han sido enfatizados debido a la conciencia racial y el renovado énfasis en la salud mental de los estudiantes durante la pandemia del COVID-19.
Señales de alarma en escuelas de Utah
En Utah, el suicidio también intensificó interrogantes sobre el Distrito Escolar Davis, que recientemente fue reprendido por el Departamento de Justicia por no tomar medidas contra la discriminación racial.
El distrito, donde los estudiantes estadounidenses negros y asiáticos representan aproximadamente el 1% de alrededor de 73.000 alumnos, inicialmente defendió su manejo de las acusaciones de bullying, pero después abrió una investigación externa que está en curso.
“Cuando yo clamaba por ayuda para que alguien hiciera algo, nadie ni siquiera la ayudó'’, dijo esta semana Tichenor-Cox durante una entrevista con The Associated Press. “Duele saber que mi bebé era acosada todo el día en toda la escuela, desde el momento que la dejaba hasta que la recogía’'.
El autismo dificultaba a Izzy encontrar las palabras para expresar lo que sentía, pero su madre sentía que interiorizaba los mensajes de la escuela. Pidió a su madre que le quitara el lunar y le rasurara la uniceja. Su madre le dijo que esos rasgos la hacían diferente y hermosa. Le dijo a su madre que no le caía bien a su maestra, y no la saludaba ni la ayudaba con las labores escolares.
“Ningún padre debe enterrar a su hija de 10 años’', dijo. “Sigo conmocionada. Esto me alienta a dar a conocer esto. Mami presiona para asegurar que esto no le suceda a nadie más’'.
El vocero del Distrito Escolar Davis, Christopher Williams, no respondió preguntas sobre la investigación, el estado laboral de la maestra de Izzy o sobre cualquier acusación directa. En lugar de eso, señaló a un comunicado del 12 de noviembre en que el distrito promete una investigación externa para revisar su “manejo de problemas críticos, como el bullying, para ofrecer un ambiente seguro y cálido para todos’'.