A pesar de los ingentes esfuerzos de los gobiernos de la Unión Europea por distraer a los ciudadanos, las protestas en la región son cada vez más frecuentes y más multitudinarias en reclamo por el fuerte aumento en el costo de vida, que se explica por la enorme cantidad de dinero extraída de las arcas públicas para financiar a Ucrania desde el mes de febrero y por las sanciones aplicadas contra Rusia, que impiden a los europeos acceder al gas ruso, que es el más económico que podían obtener.
En Italia, la jefa del nuevo gobierno, Giorgia Meloni, dio a conocer el lunes las grandes líneas de su proyecto de presupuestos para 2023, centrado en gran parte a la crisis energética que sacude Europa. El proyecto aprobado por el consejo de ministros prevé destinar más de 21.000 millones de euros (unos 21.500 millones de dólares) de un total de casi 35.000 millones a respaldar hogares y empresas ante el encarecimiento de la energía.
El proyecto es “prudente y realista”, así como “sostenible para las finanzas públicas” habida cuenta de la situación económica, asegura el gobierno en un comunicado. Entre las medidas figuran ayudas para el pago de facturas eléctricas y créditos de impuestos para las empresas cuyos gastos energéticos no dejen de subir.
En Francia, el gobierno del presidente Emmanuel Macron anunció que reducirá un 25% a partir de febrero la duración de la prestación por desempleo en el marco de una reforma que los sindicatos de Francia calificaron de “inaceptable”. “Es un escándalo”, “todo el mundo ve sus derechos reducirse”, denunció Michel Beaugas, del sindicato FO, tras una reunión en el Ministerio de Trabajo en la que se les presentó la medida.
Por su parte, Alemania busca contener el flujo de inmigrantes ucranianos, que eligen mayoritariamente este destino entre los demás países de la región. Berlín, la ciudad más saturada en este sentido, está al borde del colapso de sus instalaciones destinadas a los refugiados, por lo que planea construir albergues de emergencia mientras las filas en los centros de distribución de alimentos siguen creciendo.
No sólo los ucranianos recién llegados reclaman asistencia, sino también y en cifras crecientes y preocupantes para el gobierno alemán, los propios alemanes que, luego de décadas de estabilidad económica y crecimiento sostenido, se encuentran en medio de una crisis energética sin precedentes por la destrucción de los gasoductos Nordstream y las sanciones aplicadas a Moscú, con quien mantenía lazos comerciales de gran relevancia para la producción y la industria.
El malestar general se replica en distintas regiones de la Eurozona y los gobiernos buscan calmar tensiones durante la Copa Mundial, para llegar a la Navidad esquivando las amenazas de movilizaciones masivas que se preparan desde los distintos sectores sindicales y laborales.