El hecho de someterse a un vuelo de varias horas puede implicar mucho estrés para varias personas. Las quejas más usuales son las que tienen historias de bebés llorando, pasajeros intolerantes y agresivos o a algún tripulante con malestares físicos como protagonistas. Sin embargo, la historia de este matrimonio que pide un reembolso a Singapore Airlines por viajar con un perro que “se tiraba pedos” dio la vuelta al globo rápidamente.
De esa forma presentaron una queja formal Gill y Warren Press, un matrimonio que viajaba de París hacia Singapur, con su Wellington natal en Nueva Zelanda como destino final. Durante el viaje de 13 horas, los Press debieron compartir sus asientos de clase económica junto a un particular, sonoro e imprevisto pasajero.
Y es que el canino que “molestó” a la pareja viajaba como perro de compañía de un pasajero junto a ellos. “Oí un ruido, un fuerte resoplido. Primero pensé que era el teléfono de mi marido, pero miramos hacia abajo y nos dimos cuenta de que era el perro respirando”, contó Gill al medio Stuff.
“Dije: ‘No voy a estar sentada junto a él todo el viaje’”, agregó, motivo por el cual pensó en preguntarle a una azafata si podían asignarles otros asientos. Sin embargo, los únicos disponibles se encontraban hacia el final del transporte, por lo que optaron permanecer allí.
El vuelo del matrimonio se volvió intolerable rápidamente, cuando hacia la mitad del viaje el ambiente se volvió intolerable debido a que “el perro resoplaba y se tiraba pedos”. “No lo podían sacar al pasillo porque no podían pasar los carritos, así que tenía que estar más adentro, lo que significaba que su cabeza estaba bajo los pies de mi marido”.
“Mi marido traía shorts y se ensució la pierna con la saliva del perro”, continuó la mujer. Acto seguido, la mujer volvió a pedir por un cambio de asientos y, esta vez, el pedido resultó exitosos, ya que se habían desocupado dos lugares hacia el frente del avión.
El personal de Singapore Airlines que los acompañó durante el viaje les aseguró que el hecho quedaría registrado. Sin embargo, al no tener noticias de la aerolínea unos días después, Gill se comunicó vía correo electrónico para pedir una compensación. Tres semanas más tarde, la empresa devolvió el mensaje con un bono de US$118 por pasajeros.
Para Gill, esta oferta fue “inaceptable” y exigió que le devolvieran la totalidad de lo abonado porque “no recibimos la experiencia por la que pagamos”, denunció. En tanto, un portavoz de la compañía asiática se puso en contacto con ellos y explicó: “Singapore Airlines se esfuerza por notificar a los clientes que pudieran estar sentados junto a un perro de asistencia antes de abordar el vuelo. Pedimos sinceras disculpas porque en este caso no fue así, y trabajaremos con nuestros equipos aeroportuarios para asegurarnos de que este fallo no se produzca en el futuro”.
“En caso de que los clientes sentados junto a un perro de asistencia soliciten ser trasladados, Singapore Airlines les ayudará a volver a sentarse en la misma cabina si el espacio lo permite”, cerraron.