Una joven británica con discapacidad es un indiscutible ejemplo de perseverancia y resiliencia. Y es que, a sus 20 años, Lucy Dawson atravesó un repentino y rotundo cambio en su vida cuando fue internada por error en un psiquiátrico y perdió la capacidad motora y del habla. Sin embargo, la joven no dejó que esto interviniera en su futuro y se convirtió en un ejemplo para muchos.
En 2016, Lucy vivía con un grupo de compañeras en una localidad de Inglaterra mientras cursaba el último año de la carrera de criminología en la Universidad de Leicester. En esas condiciones, se podría pensar que su futuro ya estaba escrito, pero ese mismo año comenzó a notar cambios inquietantes en su personalidad.
“En el transcurso de una semana mi comportamiento dio un giro completo. Pasé de ser jovial, animada y social a estar completamente deprimida y llorar todo el tiempo”, explicó la joven. Y agregó: “Me decía: ‘Estoy gorda, soy fea’. No le gusto a nadie, no tengo novio, no voy a terminar la carrera. Eran cosas que nunca me habían importado”.
Para su desgracia, estos cambios fueron solo el comienzo de un complejo diagnóstico del que se enteraría años más tarde.
Una madrugada, mientras todas dormían, Lucy se despertó a los gritos y alarmó a sus compañeras quienes, al llevarla a un hospital, recibieron la noticia de que sufría ataques de pánico provocados por el estrés al que estaba sometida. Como remedio, la modelo simplemente recibió ejercicios de respiración.
Tras ser enviada a su casa, la joven volvió a experimentar un episodio similar en horas de la mañana. Cuando sus padres fueron a verla, se encontraron con su habitación destrozada y tomaron la decisión de trasladarla, nuevamente, al nosocomio. En el camino, recordó la joven, intentó tirarse del auto en movimiento.
Una vez en el centro médico, Lucy recibió un diagnóstico muy diferente al anterior. Los galenos informaron que presentaba un “colapso mental” y que, de acuerdo con la Ley de Salud Mental, debía ser internada en un pabellón psiquiátrico para proteger su integridad física y mental.
La estadía de la joven en el psiquiátrico fue de tres meses, pero al poco tiempo de ser ingresada el equipo de profesionales le informó a su familia que debían someter a Lucy a terapia electro convulsiva o moriría.
Pese a que la británica -de ahora 21 años- fue sometida al electroshock, continuó teniendo ataques y, a su calvario, se sumaron convulsiones.
En un trágico episodio convulsivo, Lucy cayó de su cama sobre un radiador encendido y su pierna quedó sobre el dispositivo hasta que los enfermeros la encontraron minutos más tarde.
“Tuve una quemadura de tercer grado, que me atravesaba toda la cara izquierda del glúteo. Tuve que empezar a aprender a caminar y a hablar de nuevo”, explicó Dawson.
El diagnóstico de Lucy Dawson: encefalitis
Tras pasar tres meses en aquel lugar, Lucy fue finalmente dada de alta antes de las Fiestas de Fin de Año en 2016. Hacia enero del 2017, recibió un diagnóstico más certero pero igual de demoledor: había sufrido de encefalitis, una inflamación del cerebro debido a infecciones o virus.
“Tuve que aprender todo de nuevo desde cero: a hablar, a caminar. No podía leer ni escribir y estaba absolutamente devastada”, recuerda la joven. En este sentido, añadió que fue su abuelo quien la ayudó enormemente: “Mi cantante favorito es Elvis Presley, así que mi abuelo compró todos los libretos de Elvis en internet y aprendió a tocarlos con el teclado. Así es como aprendí a hablar de nuevo: cantando esas canciones”.
Pese a ir recuperando sus capacidades de a poco, aún le costaba caminar. Un año más tarde, descubrió que la quemadura que había sufrido en su pierna había afectado a su nervio ciático, lo que le ocasionó una parálisis permanente en la extremidad. Por este motivo, Dawson utiliza una férula en su pierna y camina con la ayuda de un bastón.
No obstante, esto no detuvo a Lucy y, con firmeza, apoyo y actitud, logró terminar sus estudios. “En un momento dado pensé realmente que mi vida se había terminado. Estaba muy deprimida pero de alguna manera conseguí darle la vuelta; tuve muy mala suerte, pero al mismo tiempo soy muy afortunada por haber perseverado”, dice Lucy.
Una vez que consiguió su principal objetivo, la joven de 27 años no se detuvo allí y fue por más. Tras conseguir una audición con la agencia de modelos Zebedee, Lucy fue contratada y ahora modela conjuntos de lencería y busca promover la inclusión de más personas con discapacidades en la industria.
“Discapacitada y sexy no son dos términos mutuamente excluyentes. Pero rara vez se ven personas con discapacidad en las campañas de moda, y mucho menos en las de lencería, así que es algo en lo que tenemos que seguir trabajando”, asegura.
“Quién sabe lo que me depara el futuro. Si mi experiencia me ha enseñado algo, es que realmente no puedes planificar tu vida”, ultimó Lucy.