A Kim Phuc le quitaron la posibilidad de decidir por su vida en tres ocasiones. La primera fue hace 50 años. El 8 de junio de 1972, y con apenas nueve años, ella corrió llorando por el dolor causado por el napalm que Estados Unidos vertió sobre Tran Bang, su aldea en Vietnam del Sur. La intromisión estadounidense en la guerra entre el sur y el norte vietnamita la inició, en 1964, el presidente Lyndon B. Johnson, en respuesta a que los segundos eran respaldados por la Unión Soviética; pero fue Richard Nixon quien ordenó aumentar los bombardeos. Si cayeron en la pagoda donde se encontraba Phuc fue porque el pueblo había sido ocupado por los comunistas del Vietcong.
Según La Nación, esta semana, medio siglo después, Phuc concluyó un tratamiento láser reconstructivo en el sur de Miami, Florida (EE.UU.) para las heridas que sufrió hace cinco décadas y que pondría fin al tremendo suplicio que padece. Según la doctora que la atiende, Jill Waibel, ella sufría un “9 de 10″ en la escala de dolor. Es precisamente este dolor, según Waibel (pionera en estos tratamientos para ayudar a veteranos heridos y víctimas de quemaduras), la razón principal por la que ‘la niña del napalm’ se somete a este tratamiento.
“Giré la cabeza y vi los aviones y cuatro bombas aterrizando. De repente hubo fuego por todas partes”, recuerda la víctima. El fotógrafo Nick Ut (entonces de 21 años) se topó con la escena, justo después de que Phuc se arrancara la ropa y empezara a correr despavorida por la pista. “Cuando tomé la foto -contó Ut-, vi que su cuerpo estaba muy quemado y quise ayudarla de inmediato”. En media hora llegó a un hospital y amenazó a los doctores para que la atendieran. Por tener el 65% de su cuerpo quemado, la niña necesitó injertos en el 35% de su piel y 14 meses para recuperarse.
La segunda vino con la fama. Ut mandó varias de las fotos que tomó ese día a la agencia Associated Press -una de ellas mostraba a un Skyraider soltando la bomba de napalm-, pero la que resumía el horror de la Guerra de Vietnam era la de “La niña del Napalm”. Por ella, el reportero gráfico ganó el Pulitzer de 1973 y el World Press Photo of the Year. La crudeza de la imagen indignó al mundo, pero también a su protagonista. “Para ser honesta, cuando era niña me sentí muy avergonzada -confesó Phuc-. La foto no me gustó para nada. ¿Por qué me la tomó? Era un niña desnuda que huía, fea, avergonzada”.
Y la tercera se deriva de la fama, que también le cortó las alas. Phuc quiso dedicarse a la medicina, pero el Gobierno Vietnamita lo impidió y la usó como propaganda viva antiestadounidense. “Realmente afectó mi vida privada -dijo la protagonista de la foto-. No podía ir a la escuela. No podía cumplir mis sueños. Entonces la odiaba”.
Lo que siguió fue giras por el planeta, denunciando el abuso de Estados Unidos. Era el símbolo de la guerra, protagonista de películas y de conferencias a favor de los comunistas.
La vida después de la guerra
Kim Phuc tiene 59 años, 30 años de casada y ya es abuela. A su esposo, Bui Huy Toan, lo conoció mientras estudiaba en Cuba. Fue lo único bueno de esa época: la aquejaban dolores físicos y la diabetes le nublaba la vista. Se casaron en 1992 y viajaron a Moscú para celebrar su luna de miel. Al regresar a la isla, el avión hizo una escala en Canadá y escaparon. El asilo político y la ciudadanía no tardaron en llegarles. Por fin fueron libres.
Fue recién en 1996, durante una gira en Washington DC en la que habló con veteranos de Vietnam, que nació la idea de crear la Fundación Internacional Kim Phuc, cuya misión es cuidar a los niños que sufren por las guerras.
Phuc habló recientemente con la agencia EFE. “De algún modo he conseguido cumplir con mis sueños, no sanando uno por uno, sino contando mi historia y ayudando a aliviar otros dolores, tanto físicos como emocionales”. También se refirió a la fotografía que tanto dolor le causó. “Ahora le agradezco. Me dio el poder de cambiar mi vida. Mírame: nunca pensé que sería una embajadora de Buena Voluntad -de la Unesco- o que el Papa me recibiría en Roma”.
La reunión con el Sumo Pontífice sucedió en mayo de este año, poco antes de que se cumplieran 50 años desde que se tomó la fotografía, y también estuvo presente Nick Ut. Ya se habían conocido antes, cuando el papa Francisco se hacía llamar Jorge Bergoglio. “Él miró la foto y se acordó de inmediato -relató Phuc-. Me dijo: ‘Yo te conozco. ¿Te acuerdas de que nos conocimos en Buenos Aires?’”.
¿Qué le diría Phuc al piloto que lanzó la bomba de napalm sobre la pagoda donde ella se encontraba? Que “ya no se puede cambiar la historia”. “Así que tratemos de hacer todo lo que podamos para promover la paz”, sentenció.