La Policía holandesa descubrió una “cárcel” clandestina integrada por siete contenedores, uno de los cuales era una sala de torturas. El hallazgo se produjo a días del desmantelamiento en Europa de una extensa red de comunicaciones encriptadas.
La célula de torturas, situada en uno de los contenedores en un almacén cerca de Bergen op Zoom, contaba con tijeras de podar, una sierra, bisturís y pinzas, indicó la Policía en un comunicado.
Seis sospechosos fueron detenidos tras un allanamiento en el almacén, que pudo efectuarse gracias a las informaciones conseguidas en una operación de las autoridades francesas y holandesas para interceptar el sistema de telefonía encriptada EncroChat.
De los siete contenedores, “seis servían de células de cárcel en las que las personas podían estar atadas y otro solo servía como cámara de torturas”, declaró en un video Andy Kraag, responsable de la unidad criminal de la Policía holandesa.
Uno de los contenedores, llamado “sala de tratamiento” por los criminales en una de las conversaciones interceptadas, estaba equipado con “una silla de dentista con correas en los brazos y en los pies”, precisó la Policía.
El objetivo de estas instalaciones era “torturar a las víctimas o, en cualquier caso, ponerlas bajo presión”, añadió, sin dar detalles de las posibles víctimas.
Los contenedores, con esposas en el techo y en el suelo, estaban insonorizados y recubiertos de aluminio, en un intento, según la Policía, de evitar ser detectados con una cámara térmica.
Los secuestros de las personas que iban a ser encerradas en estas células eran planificados con “una gran precisión”, agregó la Policía, en operaciones con varios equipos, armas, furgonetas y chalecos antibalas.