Al menos 20 personas fueron detenidas en una marcha en las afueras de París, luego de que la policía disparara gas lacrimógeno contra un grupo de enmascarados que arrojaran proyectiles contra su formación. El enfrentamiento se produjo en el marco de masivas manifestaciones en Francia en protesta por el proyecto de Macron de elevar la edad jubilatoria de 62 a 64 años.
Además de las marchas en diversas partes del país, el país está sumido en una huelga, y numerosos sindicatos se han sumado a las manifestaciones.
Los trabajadores de muchas ciudades francesas salieron a las calles para rechazar los cambios propuestos en las pensiones.
Las manifestaciones reunieron a miles de personas en las ciudades de París, Marsella, Toulouse, Nantes, Lyon y otros lugares mientras las huelgas interrumpían gravemente el transporte, las escuelas y otros servicios públicos en todo el país.
Además de los paros, se espera que haya al menos 200 marchas en Francia, incluyendo una masiva en París de la cual participarán todos los gremios principales. Además de volcarse a las calles, los manifestantes también están interrumpiendo el servicio de los trenes de alta velocidad y provocando cortes de luz en diversos sectores.
La mayoría de los trenes en Francia fueron cancelados, incluidas algunas conexiones internacionales, según la autoridad ferroviaria SNCF. Alrededor del 20% de los vuelos que salen del aeropuerto parisino de Orly también fueron cancelados, y las aerolíneas advierten de retrasos.
Sindicatos policiales se suman
Los sindicatos policiales opuestos a la reforma de las jubilaciones también participaban, mientras que los que están de servicio estaban listos para posibles actos de violencia si grupos extremistas se unen a las manifestaciones.
Empleados del sector eléctrico se comprometieron a reducir el suministro eléctrico como forma de protesta, mientras que cerca del 70% de los profesores de preescolar y primaria dijeron que se negarían a trabajar el jueves.
Los sindicatos de estudiantes de secundaria tenían previsto sumarse y cortar el acceso a algunas escuelas.
“Es una primera jornada y habrá otras”, subrayó el secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT), Philippe Martínez, que en una entrevista al canal Public Sénat, hizo hincapié en que “es raro que los sindicatos en Francia estén de acuerdo”. “Es un indicador de que la situación es grave”, completó.
Martínez recordó que todas las centrales coinciden en rechazar el que es el eje central de la reforma, el retraso de la edad mínima de jubilación de los 62 años actualmente a 64, como así también el adelanto a 2027 de un cambio que ya estaba previsto en otra reforma precedente, el aumento del período de aportes de 42 a 43 años para poder recibir una pensión completa.
Para el gobierno de Macron, la reforma es la única manera de hacer que el sistema siga siendo solvente en un país como Francia, con una población envejecida en la cual todos reciben una pensión estatal.
Para los sindicatos, por su parte, la reforma es una quita de un derecho que fue arduamente disputado. En su lugar, proponen implementar un impuesto a millonarios, o aumentar el aporte que hacen los empleadores al sistema previsional.
Las encuestas muestran que una mayoría de la población se opone a la reforma.
El ministro de Trabajo de Francia, Olivier Dussopt, reconoció las “preocupaciones” suscitadas por la reforma previsional, la cual le exigirá a los trabajadores “un esfuerzo adicional”.
Pidió a los huelguistas que no interrumpan la economía del país. “El derecho de huelga es una libertad, pero no queremos cortes”, dijo en declaraciones a la televisión LCI.
Una lucha de más de 30 años
En las últimas décadas, los intentos de modificar el sistema de pensiones --a medida que avanza la esperanza de vida-- se han enfrentado a los sindicatos.
En 1993, el gobierno de centroderecha del primer ministro Edouard Balladur aumentó de 37,5 a 40 años el número de años de aporte necesarios para obtener una pensión completa en el sector privado.
Su gobierno modificó también el método de cálculo de las pensiones, basándolas en los 25 años mejor pagados del trabajador, en lugar de 10 como hasta entonces.
El plan, que eludía la delicada cuestión de las pensiones del sector público, generó poca resistencia.
En noviembre de 1995, Francia se paralizó por los intentos del primer ministro de centroderecha Alain Juppé de imponer en el sector público la exigencia de 40 años de cotización del privado.
Los sindicatos convocaron una huelga general que paralizó los servicios de tren y metro durante tres semanas. La opinión pública se unió masivamente a los huelguistas y obligó al gobierno a dar marcha atrás.
Ocho años más tarde, más de un millón de personas salieron a la calle cuando el primer ministro de centroderecha Jean-Pierre Raffarin desvela sus planes para que los funcionarios trabajen 40 años para obtener una pensión completa y todos pasen progresivamente a los 42 años de aportes.
Raffarin se negó a ceder y, tras semanas de manifestaciones y huelgas, el Parlamento aprobó el proyecto de ley.