La justicia británica condenó a una mujer y a su expareja por el asesinato de su pequeña hija, el que ocurrió días después de que la pequeña fue amenazada por su progenitora con que iban a matarla, y tras intentar hacer pasar el homicidio como un accidente.
La mujer declarada culpable se llama Nicola Priest y fue apodada como la ‘indiferente’ debido a la crueldad del crimen sobre su propia hija. En tanto, la víctima se llamaba Kaylee-Jayde Priest y tenía tres años.
El homicidio ocurrió el 9 de agosto de 2020 y las autoridades tomaron conocimiento de la situación por el propio alerta que dio Priest, luego de llamar al servicio de emergencia para denunciar un accidente en su domicilio. Al llegar al lugar, los servicios médicos hicieron todo lo posible para salvar a la pequeña pero producto de las lesiones falleció.
Tras la muerte de la menor, las autoridades hicieron los análisis de rigor y descubrieron que Kaylee había fallecido antes de que su madre pidiera ayuda a través del teléfono de emergencia. Además, se estableció que la muerte se produjo por graves lesiones en el pecho y el abdomen.
En tanto, nuevos análisis determinaron que la criatura presentaba lesiones históricas, como costillas rotas, fracturas de la parte inferior de la pierna y un esternón roto.
Priest, de 23 años, y su amante Callum Redfern, de 22, se acusaron mutuamente durante el juicio, pero en ese momento estaban en una “relación sexual cercana”. Ambos fueron pero condenados el jueves por el homicidio de la criatura.
Durante el juicio, los miembros del jurado analizaron las pruebas y pudieron escuchar cómo Priest golpeaba a Kaylee en la cabeza y se refería a ella como una “maldita mocosa”, mientras que a la nena también se le oía llorar “en un tono de miedo”.
Minutos antes de la trágica muerte de la niña, ella y su madre fueron registradas por las cámaras del edificio en el que vivían. En las imágenes se observa a la mujer en una actitud de total desinterés por su hija, cuando r4evisdaba su celular si restar atención a la menor a pesar de que la nena la miraba periódicamente al rostro.
En ningún momento de las imágenes hubo contacto físico entre la pareja, y Priest se negó incluso a estirar la mano para tomar la mano de su hija.
Priest también fue declarado culpable de crueldad hacia un niño, en relación con las lesiones históricas del joven, pero Redfern fue absuelto de ese cargo.