Los mexicanos se vieron sorprendidos en la madrugada de este jueves 22 de septiembre con un fuerte sismo con epicentro entre los estados de Michoacán y Colima, a 24,1 kilómetros de profundidad. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, el sismo se produjo a las 1.16 hora local y tuvo 6.8 de magnitud. Se trata de un recordatorio de la alerta sísmica que a gran parte de América afecta.
México, así como Chile y nuestra Argentina (especialmente zonas como Mendoza o San Juan), se ubican en lo que se conoce como “cinturón de fuego del Pacífico”, por lo que experimentamos constantes movimientos de suelo.
Ante esta situación es que siempre vale la pena recordar la población debe estar prevenida para reducir su vulnerabilidad. Una de las maneras de prevenir es saber dónde ubicarse y qué hacer en los lugares de trabajo, en la casa y en espacios de esparcimiento.
Qué es el cinturón de fuego del Pacífico
El cinturón de fuego, también conocido como el anillo de fuego del Pacífico, se extiende en unos 40.000 kilómetros y tiene la forma de una herradura.
Se encuentra ubicado sobre las costas del océano Pacífico y tiene una particularidad: concentra la mayor zona de subducción, lo que provoca una intensa actividad sísmica y volcánica en las zonas que abarca.
Este cinturón da la vuelta al mundo y comprende a la gran mayoría de los países americanos como Chile, Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala, México, Estados Unidos y Canadá.
Después de Norteamérica, continúa a la altura de las islas Aleutianas, bajando por las costas e islas de Rusia, Japón, Taiwán, Filipinas, Indonesia, Malasia, Timor Oriental, Brunei, Singapur, Papúa Nueva Guinea, Islas Salomón, Tonga, Samoa, Tuvalu y Nueva Zelanda.
La tectónica de placas juega un papel importantísimo, ya que el movimiento y la colisión de las placas de la corteza terrestre son las culpables de dar el origen al cinturón de fuego.
La parte oriental del Cinturón es el resultado de la subducción (hundimiento) de la placa de Nazca y la Placa de Cocos, debajo de la placa Sudamérica que se desplaza hacia el oeste. La placa de Cocos se hunde debajo de la placa del Caribe en Centroamérica, la placa de Juan de Fuca (placa oceánica) y una pequeña parte de la placa del Pacífico se hunden debajo de la placa norteamericana.
Esta zona tiene alrededor de 452 volcanes y concentra alrededor del 75% de los volcanes activos e inactivos del mundo, la mayoría de los terremotos se producen en esta zona, mientras que el 80% de los más grandes del mundo se producen a lo largo del cinturón de fuego.
Como siempre se repite, es imposible predecir un sismo. Lo más cercano son las alarmas sísmicas ubicadas a lo largo de las fallas tectónicas, pero solo sirven como un aviso que se está produciendo un sismo en el mismo momento. En los últimos tiempos, el miedo se ha acrecentado debido al avance de las comunicaciones y la información en tiempo real. Pero los movimientos siempre han existido con la misma “frecuencia”.
Qué diferencia hay entre sismo, temblor y terremoto
Las palabras “temblor” y “terremoto” provienen del latín y significan “movimiento o sacudida de tierra”, al igual que “sismo/seísmo”, que proviene del griego. Es por este motivo que los tres términos pueden ser utilizados como sinónimos.
Sin embargo, cualquiera de los tres términos implican descripciones y categorías diferentes a los fines prácticos: los especialistas remarcan que cualquier evento sobre 7.5 de magnitud es llamado terremoto, mientras que sobre 4.0 lo llamamos sismo o temblor.
Otro matiz para sumar al debate: un temblor es el sacudimiento del suelo que produce susto, pero no genera daño estructural. En tanto, un terremoto es el movimiento que produce el colapso de viviendas y pérdidas humanas (mayor daño, desde el punto de vista social y de experiencia).
Dato adicional: Un error bastante común es referirse a los sismos en función de “grados en la escala de Richter”. En realidad, la escala se dejó de utilizar en 1986. Lo que se usa ahora es, simplemente, “magnitud” para referirse a eventos telúricos actuales.