Apodado “el profesor” o “el destructor”, el líder del Estado Islámico (EI o también conocido como ISIS) cuya muerte anunció este jueves Estados Unidos era, a diferencia de su predecesor, relativamente desconocido, pero mantuvo la estrategia y actividad de la organización durante dos años.
Amir Mohamed Said Abd al Rahman al Mawla, un yihadista con múltiples alias que se hacía llamar “el emir” Abu Ibrahim al-Hashimi al-Qurayshi, murió durante una operación de las fuerzas especiales de Estados Unidos en Siria, anunció el presidente estadounidense Joe Biden.
Antes de su ascensión a la dirección del grupo después que Washington eliminara a su predecesor Abu Bakr al Baghdadi a finales de 2019, el hombre nacido en Turkmenistán probablemente en 1976 había organizado la masacre de la minoría yazidí.
Según el centro de reflexión Counter Extremism Project (CEP), este exoficial del ejército iraquí, graduado de la Universidad de Ciencias Islámicas de Mosul, se incorporó a Al Qaida tras la invasión estadounidense de Irak y la captura de Sadam Husein en 2003.
Fue encarcelado en 2004 en la prisión estadounidense de Bucca, considerada como el caldo de cultivo del yihadismo en el Levante -región a caballo entre Siria e Irak-, donde conoció a Baghdadi.
Liberado por razones desconocidas, permaneció junto a Baghdadi, que en 2010 tomó el control de la rama iraquí de Al Qaida antes de crear el grupo Estado Islámico en Irak y Siria.
Según el CEP, “Mawla ascendió rápidamente a las altas esferas de la insurgencia” y adquirió una reputación de hombre brutal, en particular por la eliminación de los oponentes del emir dentro del grupo.
En su ciudad natal de Tal Afar, a 70 kilómetros de Mosul, proliferaron los talleres de explosivos y los proyectos de atentados.
”Además de sus responsabilidades en ese terrorismo de masas, ‘Abu Omar el turcomano’ desempeña un papel importante en la campaña yihadista para liquidar a la minoría yazidí mediante masacres, expulsión y esclavitud sexual”, subrayó Jean-Pierre Filiu, profesor de la escuela Sciences-Po de París y especialista en yihadismo.
Mawla, que a diferencia de los anteriores dirigentes del EI no era de origen árabe, intentó devolver el vigor a un grupo debilitado en comparación con la ‘edad de oro’ de su “califato” (2014-2019).
Bajo su dirección, trabajó por el retorno a “primera línea” de la filial del EI en Afganistán (EI-Khorasan) antes de la llegada de los talibanes al poder, explica Damien Ferré, director de Jihad Analytics, especializada en la yihad global.
Desde entonces el EI-K se convirtió en la principal amenaza para el régimen de los talibanes de Afganistán, atacando incluso el aeropuerto de Kabul durante la retirada estadounidense en agosto de 2021.
Varios investigadores apuntan también a la actividad del EI en la región del lago Chad, especialmente con la integración de los efectivos de la secta Boko Haram, y en África Central.
”A nivel operativo, durante su mandato, el EI se recuperó en 2020 antes de reducir la calidad y la cantidad de sus ataques durante el último año”, añadió, incluso si la organización sigue activa en la zona de Irak y Siria como demostró un reciente ataque a una prisión controlada por fuerzas kurdas.
Los expertos apuntan que el EI prepara siempre la sucesión de sus líderes, pero no se filtró ninguna información en los últimos meses sobre quién podría suceder a Al-Mawla en un grupo que, como su gran rival Al Qaida, siempre ha sobrevivido a sus líderes.
”Evidentemente es un importante revés” para el EI, explica a la AFP Hans-Jakob Schindler, un experto que trabajó para Naciones Unidas y director del CEP.
”Sería un error pensar que todo terminó o va mejor tras esta eliminación y ante el reducido número de ataques en Europa y Estados Unidos” recientemente, agregó.