El canciller de Hacienda de Reino Unido, Jeremy Hunt, confirmó que la nación está en recesión en medio de la inestabilidad política que lo atraviesa luego de la salida de Boris Johnson por los escándalos en Downing Street durante la pandemia.
Más temprano en el día, se anunció que la inflación británica alcanzó un máximo de 41 años con un 11,1%, lo que agravó aún más la ya profunda crisis de costo de vida. La credibilidad económica de Reino Unido fue destrozada en los últimos meses tras los anuncios económicos del Gobierno anterior, con Liz Truss al frente, que prometía rebajas impositivas insostenibles desde el punto de vista del mercado británico.
“Cualquiera que diga que hay respuestas fáciles no está siendo sincero con el pueblo británico”, indicó Hunt. El funcionario británico dijo que su objetivo es priorizar la “estabilidad, el crecimiento y los servicios públicos” mientras busca tapar lo que el Gobierno identificó como un agujero de 55.000 millones de libras esterlinas en las finanzas públicas de la nación.
Parte de este déficit se debe al financiamiento de la guerra en Ucrania, con envíos masivos de armamento valuado en miles de millones de dólares desde febrero hasta la fecha, lo que ha generado creciente malestar entre la población británica ya que se utilizan fondos del Estado para sostener un conflicto del que Reino Unido, desde el punto de vista civil, no quiere formar parte. También han crecido las manifestaciones para poner fin a las sanciones a Rusia, que al igual que en la Unión Europea, ha traído serios aumentos en los costos de la energía.
El 24 de octubre, renunció Liz Truss, la primera ministra de Reino Unido con menos tiempo en el cargo, tras solo 44 días, luego de la renuncia de Boris Johnson. El nuevo líder de la nación, Rishi Sunak, hizo historia al convertirse en el primer primer ministro de origen asiático del país, aunque de momento no ha logrado cambiar el panorama general de inestabilidad financiera pese a sus discursos.