Revelan que el cura de las canciones más famosas de misa era un abusador de niños

Se trata de Cesáreo Gabaráin, el sacerdote español que compuso temas como “Pescador de hombres” y “Vienen con alegría”. Cuatro exalumnos hablaron del calvario al que fueron sometidos.

Revelan que el cura de las canciones más famosas de misa era un abusador de niños
Cesáreo Gabaráin, el cura que creó las canciones más conocidas de misa, fue denunciado por abusar de menores (Archivo)

La próxima vez que alguien cante en misa el tema “Pescador de hombres”, ese que dice en su estribillo “Señor, me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre”, recordará la historia de su creador, el sacerdote español Cesáreo Gabaráin (1936-1991). Pero no precisamente por las buenas intenciones. Es que cuatro personas revelaron a El País que fueron abusadas sexualmente por el religioso en la década del 70.

El oscuro episodio se remonta a 1978, cuando Gabaráin fue acusado de abuso de menores en su época de capellán en el Colegio Chamberí de Hermanos Maristas de Madrid. Eduardo Mendoza (hoy de 57 años), uno de sus estudiantes, relató que lo denunció ante su tutor, lo que logró que abriera una investigación que concluyó con la expulsión de Gabaráin de la institución a finales del mismo año. De nada sirvió.

No solo fue recolocado en otro, el de San Fernando, en Madrid, gestionado por los salesianos, sino que, a los dos meses del suceso, Juan Pablo II nombró a Gabaráin prelado de Su Santidad, un título honorífico que el Pontífice concede a personas de especial relevancia, por decisión propia o a propuesta del obispo de su diócesis.

Cesáreo Gabaráin, el cura que creó las canciones más conocidas de misa, fue denunciado por abusar de menores -
Cesáreo Gabaráin, el cura que creó las canciones más conocidas de misa, fue denunciado por abusar de menores -

¿Quién era Cesáreo Gabaráin?

Cesáreo Gabaráin se hizo famoso mundialmente como el creador de unas 500 canciones icónicas de la misa como “Vienen con alegría”, El viñador” o “Pescador de hombres”. Su éxito lo llevó a grabar varios álbumes durante tres décadas. Hasta recibió un disco de oro por las altas ventas.

El sacerdote, también gran deportista por su fanatismo por el básquet y el ciclismo, llegó a los maristas de Chamberí en 1966, estuvo allí 12 años. Sus confesiones eran muy conocidas, y también rehuidas. En otra señal de modernidad, fue de los primeros en el colegio en confesar cara a cara, fuera del confesionario, sentado en un banco.

Además del reconocimiento que Juan Pablo II le otorgó, Gabaráin gozó de impacto mediático por sus amistades con futbolistas del Real Madrid, además de desempeñarse como capellán del equipo ciclista Fagor y páter de la Vuelta Ciclista a España.

“El 80% de lo que cantamos en nuestras iglesias lo ha compuesto este cura”, sintetizó un religioso. Para graficar, el tema “La muerte no es el final” fue elegido en 1981 como el himno oficial para honrar a los caídos de las Fuerzas Armadas Españolas.

Gabaráin murió en 1991 a raíz de un cáncer. Fue antes de cumplir los 55 años. Hasta ese momento nadie se animaba a hablar en público de los calvarios. Probablemente, ni el Papa supo de lo ocurrido puertas adentro del colegio católico. Pero 30 años después, las víctimas contaron lo ocurrido en la prensa española.

“Era como el Dr. Jekyll y Mr. Hyde”

Eduardo Mendoza fue quien denunció a Cesáreo Gabaráin ante sus directivos en 1978, cuando acudía al colegio de los maristas de Chamberrí: “Era como el doctor Jekyll y míster Hyde, por un lado, un cura carismático, popular, amigo de deportistas famosos y del Papa, y por otro, un pederasta. Algo inimaginable para todos los que le admiran”.

En diálogo con El País, la víctima recordó que el hecho que desencadenó la salida del cura del colegio sucedió en diciembre de 1978, en unos ejercicios espirituales en Los Molinos, una residencia de los maristas en la sierra de Madrid. Mendoza estaba allí: “Dormíamos cada uno en una habitación. Tras la primera noche, mi compañero de al lado vino muy asustado a contarme que Cesáreo se le había metido en la cama y le había metido mano. Había abusado de él. Aún recuerdo su cara de terror”.

En los años 70, Juan Pablo II nombró a Gabaráin prelado de Su Santidad -
En los años 70, Juan Pablo II nombró a Gabaráin prelado de Su Santidad -

En ese momento, a la habitación ingresó su tutor, el hermano Aniceto Abad. Les regañó y les preguntó por qué ambos chicos estaban juntos. “Se lo conté y se puso muy serio, dijo que era algo muy grave, y nos preguntó si le había pasado a más chicos. Salieron, que yo sepa, dos más. A partir de ese momento el hermano Aniceto se ocupó del tema y habló con las familias de los chavales. Cuando volvimos al colegio en enero de 1979, Cesáreo ya no estaba”, comentó Mendoza.

“Era un depredador. Cuando nos duchábamos, bajaba a los vestuarios a mirar”, denunció el hombre.

Otro menor que fue presuntamente atacado por el cura fue César Aguilera, quien ya murió. En el reportaje, su hermano Manuel contó que César “volvía a su cuarto de ducharse y el padre Cesáreo entró y empezó a decirle mientras intentaba abusar de él: ‘Eres un bichito malo’. Pero llegaron sus compañeros y lo salvaron”.

Cuando se enteró, el papá de César y Manuel avisó a otras familias sobre lo que pasaba en el colegio. El director de la escuela, Aquileo Manciles Bañuelos, no se lo negó, según Manuel. Precisó que el ejecutivo manifestó: “Lo sabemos. (Cesáreo) está muy arrepentido y quiere hablar con ustedes, porque lo ha pasado muy mal y dice que ha pensado en suicidarse”.

Era responsabilidad de los maristas abrir una investigación e informar al menos a dos obispos, al de la diócesis madrileña, el cardenal Tarancón, y también al de la diócesis a la que estuviera adscrito el religioso implicado. Desde la provincia marista ibérica indicaron que desconocían el caso y que los responsables actuales eran muy jóvenes.

Se abrió una investigación para aclarar cómo se actuó pero, dadas las fechas, con los colegios cerrados, apuntan que es difícil hacer averiguaciones con rapidez. Los maristas se pusieron a disposición de las víctimas en el correo electrónico protecciondelmenor@maristasiberica.es.

Entrada del colegio de Chamberí de los Maristas, en Madrid -
Entrada del colegio de Chamberí de los Maristas, en Madrid -

En tanto, la archidiócesis de la capital de España afirmó que Gabaráin no aparece en sus registros como incardinado en su territorio ni hay constancia de archivos sobre pederastia.

Quien también aportó datos sobre abusos sexuales fue Joaquín Tena, hoy de 66 años. Relató hechos más antiguos que los de Mendoza o Aguilera. Situó las vejaciones de Gabaráin al menos una década antes, a finales de los 60.

Como director espiritual del centro, por ejemplo, el cura y compositor recibía en su despacho a quien necesitaba consejo o ayuda. “Tenía un buzón en la puerta donde pedías verlo, dejando un papelito, y él te llamaba en plena clase. Por eso empezamos a hacerlo, para perder clase, pero enseguida vimos que era para meterte mano”. En una ocasión, recuerdan estos exalumnos, alguien hizo una pintada: “Cesáreo maricón”.

“A la hora de dormir siempre había una cama de menos y uno tenía que dormir con él. Era algo que él preparó. Lo echamos a suertes, haciendo trampas porque ninguno quería, y las dos veces le tocó al mismo”, añadió Tena.

El hermano de Joaquín, Pedro Tena, rememoró que tenía 11 años cuando Gabaráin le dijo que fuera su despacho porque se había enterado que le gustaba la poesía. Con la excusa de ayudarlo en una iniciativa musical, el cura abusó de él.

“Me pidió que me sentara en sus rodillas, y me metió mano, así, lisa y llanamente. Me empezó a meter la mano en el culo, debajo del pantalón. Me salvé por la campana porque llamaron a la puerta y aproveché para irme”, lamentó el denunciante.

La canción que al cura Gabaráin lo hizo tan popular parece una referencia encubierta a su lado oscuro. Su víctima lo sostiene: “Tenía reputación de ser, más bien, pescador de niños y no simplemente un mero manoseador. No creo en absoluto que lo mío fuera un caso aislado”.

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