A pesar de los distintos planes gubernamentales para que los ciudadanos puedan acceder a una casa propia, poder cumplir ese sueño es cada vez más difícil. Por esto y porque se cansaron de pagar el alquiler, una pareja de británicos de 33 años decidió comprar un barco, arreglarlo y vivir sobre el agua.
Julia Baranovska y Will Philips decidieron correr el riesgo y compraron un viejo barco que era utilizado por una empresa de turismo. La estrecha y alargada embarcación les costó 12 mil dólares, y mientras lo restauraban compraron uno más pequeño.
Luego de mucho tiempo de reforma y también de inversión, porque se gastaron 24 mil dólares más para dejarlo en condiciones habitables, pudieron cumplir su sueño de tener su casa propia y dejar de alquilar.
Dentro de las modificaciones tuvieron que hacer un techo nuevo, reducir la cantidad de ventanas y crear una sala de estar.
Además, para vivir en un hogar amigable con la naturaleza, la pareja decidió instalar paneles solares en el techo. Desde el internet de su teléfono Julia puede cumplir con su trabajo de periodista desde la comodidad de su casa en el agua y Will utiliza su bicicleta para ir a hacer repartos por el centro.
La mujer relató que estaban pagando 2.670 dólares para vivir en Londres, en un alojamiento compartido por lo que decidieron comprar un barco. En principio la idea surgió de la cabeza de Will y Julia lo vio como una buena idea ya que se padre trabajaba en la marina mercante y estaba familiarizada con los barcos.
“A Will le gustó la idea de comprar un barco y, como mi padre estaba en la marina mercante, era algo con lo que estaba familiarizada”, relató Julia al Daily Mail. “No queríamos usar nuestros ahorros en una hipoteca porque sabíamos que estaríamos en una deuda de por vida”, añadió
En relación a su nuevo hogar explicó que “estaba a la venta a un precio muy económico y necesitaba muchos arreglos, aunque todo parecía funcionar bien. No era el lugar más fácil para vivir, es cierto, pero era la oportunidad para ser un poco más libres”.
La cantidad de arreglos que debieron afrontar fueron más de los que pensaban y las modificaciones para convertir el barco en un hogar confortable les llevó cuatro años. Además, el trabajo se vio demorado cuando ella se quedó embarazada. Ahora Montgomery tiene 14 meses de experiencia de vivir en una casa flotante.
Una de las ventajas que tienen, más allá de estar cerca de la naturaleza, es que eligen el barrio en el que quieren vivir y se van mudando para conocer diferentes lugares. “Nos mudamos cada dos semanas, pero uno de nuestros lugares favoritos es el río Lea”, aseguró ella.