El 29 de diciembre fue presentada ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), una denuncia por parte de Sudáfrica contra Israel, en la cual se le acusaba de cometer “actos genocidas” en su ofensiva militar en la Franja de Gaza. En específico, lo acusa de incumplir la Convención para la Prevención de Genocidios con los ataques perpetuados.
Con el cese de las hostilidades como aparente principal objetivo, la denuncia pide a la CIJ que ordene a Israel “dejar de matar y causar graves daños psíquicos y físicos a la población palestina de Gaza, dejar de imponerles deliberadamente condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física como grupo y permitir el acceso a la ayuda humanitaria”.
En la jornada de hoy, jueves 11 de enero de 2023, comenzó la audiencia que durará dos días en la que Israel, que vivió la peor masacre de su historia luego del Holocausto en manos del grupo terrorista Hamás y los países que lo financian, deberá defenderse de las acusaciones de “genocidio” por parte del país africano, que no repudió las violaciones, mutilaciones, asesinatos y secuestros perpetrados por el grupo durante los ataques del 7 de octubre, desde los cuales aún retienen a 136 rehenes entre los que hay mujeres y niños, el menor de ellos Kfir, de apenas un año de edad.
A pesar de las innumerables evidencias sobre lo acontecido durante la fatídica jornada desde la que se cumplen más de 3 meses, ninguno de los organismos multilaterales destinados al cumplimiento del derecho internacional y a la salvaguarda de la dignidad humana han exigido a Hamás que devuelva a los rehenes ni ha presentado acusaciones formales, denuncias ni pedidos de captura para ninguno de los miebros de la organización terrorista. Incluso las agrupaciones que afirman defender los derechos humanos y de las mujeres, no se han pronunciado en favor de Israel sino que, por el contrario, muchas de ellas han catalogado la brutalidad de Hamás como “resistencia” y hasta “heroismo”.
A propósito de estas acusaciones, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu declaró anoche que “Israel no tiene ninguna intención de ocupar Gaza permanentemente ni de desplazar a su población civil”. Además, aseguró que, durante su ofensiva militar, las fuerzas israelíes “están haciendo todo lo posible para minimizar las víctimas civiles, mientras que Hamás está haciendo todo lo posible para maximizarlas usando a civiles palestinos como escudos humanos”.
“Nuestro objetivo es librar a Gaza de los terroristas de Hamás y liberar a nuestros rehenes”. Tras ello, alegó Netanyahu, “Gaza podrá ser desmilitarizada y desradicalizada, creando así la posibilidad de un futuro mejor para Israel y los palestinos por igual”.
En Israel viven alrededor de 2 millones de árabes que tienen ciudadanía y acceso a los mismos derechos que los ciudadanos israelíes, ocupando lugares de poder dentro de instituciones gubernamentales, bancos y empresas, además de medios de comunicación y deportes. En Gaza y en los 22 países árabes que rodean a Israel, no ha quedado prácticamente ningún judío, ya que se los ha perseguido durante las últimas décadas hasta expulsarlos definitivamente de la región.