El presidente de Francia, Ammanuel Macron, anunció nuevas medidas para intentar frenar el impiadoso avance del Covid-19 en lo que se denomina como la tercera ola de contagios. El Jefe de Estado decretó la extensión del confinamiento ya activado en algunos distritos para todo el país por cuatro semanas.
“A partir de este sábado por la noche y durante 4 semanas, las medidas de frenado ya vigentes en 19 departamentos se extenderán a todo el territorio metropolitano”, anunció ayer en su Twitter. Macron dijo que es necesario adoptar las nuevas restricciones porque el avance del coronavirus amenaza con saturar los hospitales y está provocando un número preocupante de contagios y decesos. El país se acerca a los 100.000 muertos por coronavirus y el número de contagios diarios en estos días supera los 50.000.
La medida entrará en vigencia medida a partir de la medianoche del próximo sábado e incluye un toque de queda a partir de las 19 hasta las 6. Además está prohibidos los viajes entre regiones y los desplazamientos a una distancia mayor a 10 kilómetros respecto al sitio de residencia. Solo podrán abrir sus puertas los comercios consideraos esenciales, aunque la lista francesa es más amplia que en el resto de Europa.
Debido a esta urgencia sanitaria, las escuelas, incluidas las guarderías infantiles, cerrarán la próxima semana durante tres semanas. Durante la primera, los alumnos podrán recibir clases a distancia y las otras dos serán de vacaciones.
El gobierno se niega a reconocer el fracaso y culpa a la demora en la entrega de las vacunas y a la desobediencia de los ciudadanos del repunte de los contagios y la saturación de los hospitales. Los críticos del presidente responsabilizan a su arrogancia extrema y señalan que los líderes han ignorado las señales de advertencia y primaron los cálculos políticos y económicos por encima de la salud .
Los médicos del hospital vieron como la variante que asolaba Gran Bretaña cruzó el Canal de la Mancha y avanzó hacia el sur por el país. Como ocurrió allí, la nueva variante está llenando las urgencias y UCIs con pacientes más jóvenes y sanos. Los médicos de Amiens, localidad natal del presidente, hicieron todo lo posible para prepararse, incorporando refuerzos y habilitando una unidad de cuidados intensivos temporal en un ala de pediatría.
Semana tras semana, el gobierno se negó a imponer un nuevo confinamiento, citando la estabilidad de las tasas de contagio y hospitalización, y esperando que se mantuviesen así. Los ministros destacaron la importancia de mantener la economía en marcha y de proteger la salud mental de una población agotada tras un año de incertidumbre. Los aliviados ciudadanos impulsaron la popularidad de Macron en las encuestas. Pero el virus siguió su curso. La tasa nacional de contagios se ha multiplicado por dos en las tres últimas semanas y los hospitales de la capital, París, se preparan para la que podría ser su peor batalla hasta la fecha, cuando según las previsiones, la ocupación de las UCIs podría superar a la de la primera ola de hace un año.