Olvidar un rostro es algo muy frecuente en la mayoría de las personas, pero olvidar todos los rostros es signo de un problema grave. Eso es lo que le ocurre a una mujer de 33 años, quien sufre una extraña enfermedad que le impide reconocer a las personas a través de la observación de sus caras.
El extraño cuadro se llama ‘ceguera facial’ y es una patología irreversible y sin cura. Esta enfermedad suele tener distintos grados, pero en el caso de Lauren Nicole-Jones –la mujer inglesa que no puede reconocer a casi nadie- el cuadro ha llegado al punto extremo de no poder reconocerse cuando se mira frente al espejo.
Lauren solo se dio cuenta de que sufría de prosopagnosia a los 19 años cuando leyó un libro del neurólogo y famoso autor Oliver Sacks, quien también padece la afección.
Según lo detalla el portal británico Mirror, se cree que alrededor de una de cada 50 personas sufre ceguera facial en diversos grados. Algunos pueden no reconocer a las personas que han conocido un puñado de veces, mientras que otros, como Lauren, luchan día a día.
“A veces puede hacer la vida bastante complicada. No siempre puedo verme en fotografías, lo cual puede ser vergonzoso. Si alguien me muestra una foto y la persona tiene el pelo oscuro y mide más o menos mi estatura, pienso ‘por qué me muestran esta foto, debo ser yo’”, detalló la mujer.
En otra ocasión Lauren no reconoció a una mujer en su almuerzo de cumpleaños que se precipitó hacia ella con una gran sonrisa. Sin embargo, la misteriosa mujer había era su mejor amiga desde los 12 años. Además había sido su dama de honor en el casamiento de su amiga tan solo un mes antes.
La condición de la joven no solo se limita a las personas que tiene frente a ella y que son de su círculo íntimo. La extrañeza frente a rostros se extiende a fotografías, celebridades, familiares e incluso afecta la observación de series y películas ya que no puede identificar a los protagonistas.
“Cuando era más joven, creo que debí pensar que todos eran iguales. Pasé toda la escuela primaria pensando que dos niños eran la misma persona y una vez pensé que una niña de mi clase era un niño hasta que un día se puso una falda. Fue solo cuando leí sobre la prosopagnosia que me di cuenta de que así soy yo’”, contó.
“Si me encuentro con alguien en la calle, a veces puedo decir quién es porque tiene una barba o gafas distintivas. Si no estoy seguro de quién es, hago algunas preguntas e intento ubicarlas. No tiendo a contarle a la gente sobre mi condición porque solo me lleva a más preguntas al respecto, concluyó Lauren al ejemplificar cómo intenta adaptarse en el día a día.