Hugh Hefner, magnate de los medios, era dueño de la vivienda conocida como “mansión Playboy”, ubicada en California, Estados Unidos. En la misma, el empresario vivía con decenas de jóvenes, muchas de ellas modelos de portada de su revista de desnudos.
Las “conejitas” eran a su vez supuestas novias de Hefner y estaban inmersas en un supuesto mundo de glamour y diversión. Sin embargo, no todo es lo que parecía.
En relación a este tema, el medio Toofab ha recopilado, a la espera de que se estrene la serie documental Secrets of Playboy, de A&E, algunas de las más impactantes declaraciones de las inquilinas de la mansión, que estaban sometidas a estrictas reglas y condiciones.
Holly Madison ha sido una de las que más y más claramente han hablado sobre la vida en la Mansión Playboy. “Era un lugar donde se usaba la manipulación para mantener a todas luchando por conservar su estatus en la casa”, dijo. “Había mucho miedo”, añadió.
Kendra Wilkinson aseguró que las chicas tenían toque de queda, lo que les obligaba a regresar a la mansión a una hora determinada. Salir de ese mundo era difícil y además, no se podía regresar. Bridget Marquardt se fue en 2009 y cuando trató de volver se encontró con las puertas cerradas y muchos reproches.
La “conejita” de Playboy Izabella St. James dice que uno de los momentos más desagradables eran los viernes por la mañana cuando Hugh Hefner repartía la paga a las inquilinas de la mansión. El magnate les daba dinero según le parecía y lo usaba, según James, para premiarlas o castigarlas. “Hef siempre aprovechaba la ocasión para mencionar cualquier cosa que no le agradara en la relación. La mayoría de las quejas eran sobre la falta de armonía entre las novias, o tu falta de participación sexual en la relación”, explica la mujer.
A la hora de comer, los sitios estaban asignados y no eran casuales. “Si Hef no estaba contento con una chica, cambiaba la disposición de los asientos antes de la hora de comer”, explica la modelo británica de Playboy Melissa Howe.
“Había tres mesas de comedor. En una habitación estaba la mesa superior de Hef donde todas querían sentarse, luego la mesa familiar, que era la segunda mejor opción. Pero en otra habitación, al lado de la cocina, estaba la mesa para los invitados más humildes, los don nadie y las chicas”, contaba la modelo.
La “regla número uno” era que no podían entrar hombres en la casa y por supuesto, las chicas no podían tener novio ni llevar allí a sus conquistas, ni siquiera a amigos.
Carla Howe, aseguró la seguridad en la Mansión era tan estricta, que era “como estar en prisión”.