Durante la madrugada del domingo, una impresionante bola de luz fue avistada sobre la Península Ibérica, causando sorpresa y asombro entre los residentes de algunas ciudades de España, el sur de Portugal y la capital, Lisboa.
El fenómeno, que iluminó el cielo con un destello de color verde, fue reportado por numerosos testigos y captó la atención de servicios de emergencia y medios de comunicación.
Un portavoz del servicio de Emergencias 112 de la Comunidad de Madrid informó a Europa Press que el objeto atravesó el cielo desde el sureste de la Península hacia el noroeste, provocando un intenso brillo. Vecinos de las áreas afectadas relataron haber visto el destello luminoso, que algunos describieron como una transformación momentánea de la noche en día.
Aunque todavía no se confirmó la naturaleza exacta del objeto, se sospecha que podría haber sido un bólido, un meteoro brillante con apariencia de bola de fuego. Protección Civil de Portugal indicó al periódico luso Público que el objeto podría haber caído como meteorito en la zona de Castro Daire, en la región central del país.
El canal de YouTube Meteors destacó que “por un breve instante transformó la noche en día a causa del brillo tan grande que llegó a tener, ya que su luminosidad fue muy superior a la de la Luna llena”.
El análisis realizado por Madiedo reveló detalles fascinantes sobre el evento: “El fenómeno se produjo cuando una roca procedente de un cometa entró en la atmósfera terrestre a una velocidad de aproximadamente 161.000 kilómetros por hora, con una trayectoria casi rasante y una inclinación de solo diez grados respecto a la horizontal”.
Según los expertos, “al impactar bruscamente contra el aire a esta gran velocidad, la superficie de la roca (el meteoroide) se calentó y se volvió incandescente. Y fue esa incandescencia la que pudo verse en forma de una bola de fuego que se inició a una altitud de unos 122 km sobre España, cerca de la vertical de la localidad de Don Benito (provincia de Badajoz)”.
La bola de fuego avanzó en dirección noroeste, cruzando Portugal y extinguiéndose a unos 54 km de altitud sobre el Océano Atlántico. Durante su trayectoria, mostró varias explosiones que aumentaron su luminosidad, provocadas por rupturas bruscas de la roca. En total, recorrió aproximadamente 500 km antes de desintegrarse.
Contradiciendo las afirmaciones de la prensa lusa, los observadores descartaron la posibilidad de que fragmentos del objeto hayan llegado al suelo. “Las grabaciones revelan que la roca se rompió en varios fragmentos, pero ninguno de ellos habría conseguido llegar al suelo”, concluyeron los expertos.