Cerca de las 09:25 de este viernes, un trozo de un cohete espacial a la deriva y sin dueño impactó contra la Luna, algo que no tenía precedente. El pedazo de basura se estrelló en el lado oculto del satélite, dentro de un cráter llamado Hertzsprung.
Recordemos que en 2009 la NASA llevó a cabo la misión LCROSS, la cual tenía como objetivo estrellar deliberadamente la etapa superior de un cohete gastado en la Luna para observar los resultados. Pero aquel fue un choque programado.
Según destaca el sitio 20 minutos, el impacto podría tener bastante valor científico. Aunque ahora los astrónomos están más interesados en comprender la presencia de hielo en los polos lunares, ver el material del subsuelo expulsado por el ‘ataque’ de este cohete puede proporcionar datos valiosos.
Sin embargo, la evidencia de lo que ha sucedido hoy no llegará hasta que dos satélites que orbiten la Luna pasen sobre el sitio de impacto proyectado y fotografíen el cráter resultante.
El radar del Sistema Solar Goldstone en California está configurado para observar el objeto desde unos días antes de que se estrelle y el Orbitador de Reconocimiento Lunar (LRO) de la NASA buscará cambios debido al choque en la exosfera lunar, una capa muy delgada de gases, y luego escaneará la superficie de nuestro satélite natural en busca del cráter de impacto.
Los científicos esperan obtener confirmación en los próximos días. Lamentablemente, a medida que el propulsor se rompa en miles de pedazos, gran parte de la evidencia física de sus verdaderos orígenes se perderá.
¿Quién es el dueño?
Primero se creía que eran los restos de la segunda etapa de un cohete Falcon 9 de SpaceX lanzado en febrero de 2015 para poner en órbita el Observatorio Climático del Espacio Profundo de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos -NOAA, por sus siglas en inglés-.
Poco después se desmintió que fuera la basura espacial de la empresa de Elon Musk y se dijo que era el propulsor de un cohete Larga Marcha 3C, utilizado en una misión china en 2014, la Chang’e 5-T1. Este pasó detrás de la Luna y regresó a la Tierra para probar las capacidades de reingreso a la atmósfera y, además, llevó una carga útil secundaria de instrumentos científicos en la etapa superior en nombre de la empresa LuxSpace, con sede en Luxemburgo.
Pero el Gobierno del país asiático rechazó que este trozo de desechos le perteneciese, diciendo que la etapa superior de su cohete había vuelto a entrar en la atmósfera terrestre y se había quemado. No obstante, no hay forma de saberlo, ya que algunas misiones espaciales, incluida la de China, no publican sus rutas.
Y ahora nadie se hace responsable del cohete a la deriva, dejando, así, en el aire, su origen real, aunque los expertos siguen apuntando a la misión china.
Entre las personas que han hecho la conexión con China se encuentra Bill Gray, director del Project Pluto, sitio web ampliamente utilizado para rastrear objetos cercanos a la Tierra, asteroides, planetas menores y cometas que fue el primero en detectar el cohete rumbo a la Luna. Gray sostiene que se trata del impulsor de la misión Chang’e 5-T1.
Asimismo, investigadores de la Universidad de Arizona han realizado observaciones de la etapa superior errante, analizando su espectro y comparándolo con el de un propulsor de segunda etapa de un Falcon 9 de SpaceX. Las diferencias en el espectro se debieron principalmente al tipo de pintura utilizada por los chinos.
Determinaron que, siendo que ambos objetos estaban en órbita terrestre y se lanzaron alrededor del mismo año, el espectro del impactador lunar coincide mejor con el propulsor chino que con el de SpaceX.
Venga de donde venga, nadie ha podido ser testigo de sus últimos momentos antes de chocar contra la Luna.
Proceso de formación de cráteres
El accidente de este 4 de marzo será muy similar a los impactos que ocurrieron durante el programa Apolo de la NASA, cuando las terceras etapas de los enormes cohetes Saturno V fueron dirigidas intencionalmente hacia la Luna.
Las terceras etapas del Saturno V crearon cráteres que son menos profundos que los cráteres naturales y tienen una forma asimétrica, relacionada en su mayor parte con el ángulo de impacto.
36.500 piezas de basura espacial
Esta etapa del cohete es lo que se conoce como basura espacial: hardware descartado de misiones o satélites sin suficiente combustible o energía para regresar a la Tierra.
Algunas piezas están más cerca de nosotros, justo encima de la Tierra, pero otras, como este propulsor, están a miles de kilómetros de distancia en órbita alta, lejos de la atmósfera terrestre.
La Agencia Espacial Europea estima que ahora hay 36.500 piezas de basura espacial de más de 10 cm.
Ningún programa espacial o universidad rastrea formalmente la basura del espacio profundo, puesto que su monitorización sería muy costosa y los riesgos para los humanos de los desechos en órbita alta son bajos.
Entonces, saber lo que pasa en los cielos en este aspecto recae en un pequeño puñado de astrónomos voluntarios que pasan su tiempo libre haciendo cálculos y estimando órbitas.