Una casa comprada, una visa de regalo. El rico emirato de Qatar abrió su mercado inmobiliario a los extranjeros con una reforma que concede el derecho a un permiso de residencia a quien compra una propiedad o un fondo de comercio.
Este plan, anunciado en septiembre, es el último de una serie de medidas destinadas a diversificar la economía de este país del Golfo, muy rico en gas, que busca liberarse de su dependencia de los combustibles fósiles y atraer capitales extranjeros con vistas al Mundial de fútbol 2022.
Este programa también podría contribuir a reducir el exceso de oferta que dejaron grandes torres medio vacías, mientras que los precios de los bienes inmobiliarios han bajado casi un tercio desde 2016, según la firma ValuStrat’s Price Index. Anteriormente, los inversores tenían que estar patrocinados por una empresa o un particular catarí para poder residir en el país. Ahora, la compra de un bien de al menos 200.000 dólares (169.000 euros) da derecho a un permiso de residencia durante el tiempo que dure la propiedad.
Una compra de un millón de dólares (unos 846.000 euros) permite obtener una residencia permanente y la gratuidad tanto de las escuelas como de la atención médica. “No he comprado antes porque había zonas oscuras” en la legislación, explica a la AFP Tina Chadda, una expatriada keniana que vive en Catar desde hace 15 años. Hoy, esta directora de marketing busca “una propiedad donde vivir y que permita obtener un permiso de residencia permanente”. “Creo que esto me permitirá sentirme como en casa en Catar (...) Es un país seguro, comparado con Kenia”, afirma, con la esperanza de poder traer a sus padres gracias al visado.
Ahora los extranjeros pueden comprar en 25 zonas, principalmente en y alrededor de Doha. Existen programas similares en otras partes del Golfo, pero a un costo mucho mayor.
Dubái ofrece una visa de residencia de diez años para una inversión de 2,7 millones de dólares (alrededor de 2,28 millones de euros), de los cuales 40% debe ser invertido en bienes raíces.
En varios países se sospecha que esos sistemas de “visados dorados” y “pasaportes a cambio de inversiones” han atraído a personas acusadas de corrupción o han permitido el blanqueo de dinero. Por otra parte, es difícil saber en qué medida Catar, pequeño país musulmán ultraconservador en el que la libertad de expresión y la venta de alcohol son limitadas, será atractivo para los extranjeros ricos.
Una inversión de 200.000 dólares permite comprar un departamento de 50 m2 en el barrio Fox Hills de Lusail, al norte de Doha, mientras que un millón de dólares permite prever la adquisición de 330 m2 en la isla artificial Pearl.
El programa marca un cambio radical en un país donde 90% de los 2,75 millones de habitantes son extranjeros, residentes temporales empleados en su mayoría en obras para el Mundial 2022.
“La publicitad alrededor del próximo Mundial de fútbol creará naturalmente más solicitudes”, afirma a la AFP Oliver Essex, de la agencia inmobiliaria Sotheby’s, con sede en Doha. Pero la demanda inicial vendrá esencialmente de extranjeros que ya viven en Catar, como “los libaneses, iraníes, egipcios e indios”, presagia.
Además de la crisis sanitaria, Catar también sufre el boicot económico y diplomático de sus vecinos del Golfo y los bajos precios del petróleo. Sin embargo, en el segundo trimestre, las transacciones de bienes residenciales alcanzaron 1.480 millones de dólares.
Según la empresa de auditoría KPMG, la crisis del covid-19 “causó despidos, lo que provocará indirectamente el éxodo de una importante mano de obra”.