Blue Origin es, junto con es Space X, una de las empresas privadas aeroespaciales más reconocidas. Fue fundada por Jeff Bezos, quien también es fundador de la compañía de comercio electrónico Amazon. Hasta el momento, los ingenieros de Blue Origin habían logrado realizar 21 lanzamientos perfectos. Pero el pasado martes esta buena racha no acompañó y uno de sus cohetes New Shepard explotó.
Por fortuna, la misión apodada NS-23 no tenía tripulación a bordo. Transportaba maquinaria para investigaciones científicas a bordo de la cápsula RSS H. G. Wells.
La explosión se produjo luego de que se superara la fase máxima de presión aerodinámica, según se informó. Fue este hecho el que permitió que Blue Origin pudiese demostrar en un acontecimiento real cómo funciona su sistema de escape, el cual se activó automáticamente al detectar el problema. Gracias a esta tecnología de su New Shepard, la cápsula y los instrumentos que había en su interior no sufrieron daños.
El sistema de escape funcionó tal y como lo habían previsto las pruebas. Eso es una noticia buena, ya que la compañía aeroespacial comprobó que las personas que se suban en un futuro a un cohete no tienen nada que temer.
Hacía más de siete años que no la empresa Blue Origin no tenía una explosión. La de este martes fue la primera que se produjo desde el vuelo inaugural en abril de 2015. En esa ocasión, el primer New Shepard se estrelló al aterrizar. Más allá de este imperfecto, la compañía terminó siendo capaz de lanzar y recuperar sus cohetes en noviembre de este año. Desde esa fecha, no había perdido ningún New Shepard.
Blue Origin y la Autoridad Federal de Aviación de los Estados Unidos llevarán a adelante una investigación para averiguar qué es lo que pudo haber pasado para que produjera la explosión. Pero más allá de las malas noticias, también pudieron demostrar en la realidad la efectividad del sistema de escape, cuyas pruebas fueron realizadas en octubre de 2016.
