En el barrio peruano de Lurín, un perrito fue despedido con todos los honores, ya que por mucho tiempo fue el “guardián” de la zona.
Los vecinos diariamente le daban comida a este animalito de nombre Manchas y se encargaron incluso de colaborar entre todos para construirle una pequeña casa. Machas era, sin duda, un perrito muy querido porque cuidaba el barrio y lo protegían a él.
Al pasar sus días en la calle, se enfermaba con frecuencia y además era de edad avanzada, pero todos sus dueños unían fuerzas para llevarlo al veterinario y que recupere su salud. Sin embargo, llegó un día en que no pudo continuar. Manchas estuvo semanas hospitalizado y luego de esta dura batalla, finalmente falleció.
Entonces sus dueños decidieron organizarle un funeral con todos sus ‘juguetes’. Le compraron un ataúd especial y le contrataron una serenata para rendirle un homenaje. Incluso un sacerdote ofició una misa para orar por su alma y pueda descansar en paz.