Beatriz Flamini es una auténtica aventurera española. En las últimas horas, concluyó lo que ella ha definido como un reto “insuperable y excelente”. Es que pasó 500 días y 500 noches metida en una cueva de Granada en una hazaña que va más allá de lo deportivo.
La experiencia tuvo todos los condimentos: comidas, ejercicios, días malos y buenos, dudas, cambios en cuerpo y mente, longitud de días y noches, sensación de haber entrado en un bucle eterno de tiempo, momentos de terror y euforia, falta de memoria y concentración, alucinaciones, cambios de humor, incidentes, aprendizajes de vida y lúcidas reflexiones filosóficas.
Para lograr este récord, Beatriz creó un grupo de trabajo con los psicólogos e investigadores involucrados, espeleólogos y entrenadores físicos, que han permanecido siempre conectados pero sin interferir, detalla 20 Minutos.
Durante el aislamiento, la principal función de este grupo de expertos fue la de velar por la seguridad de Beatriz, controlando su estado de salud a través de los pasos por las cámaras de vigilancia.
Cómo era el refugio
El Grupo de Actividades Espeleológicas de Motril (GAEM) se encargó de preparar la cavidad para que pudiera ser habitada durante 500 días y elaboró un plan de emergencias, que incluía el cerramiento de la cueva para evitar el ingreso de animales e intrusos. Además se construyó un amplio sendero hasta una explanada para hacer posible el aterrizaje de un helicóptero de evacuación en caso de emergencia.
Otra de las funciones ha sido suministrarle alimentos y agua, y retirar la basura a través de intercambios que se hacían en un punto intermedio de la cavidad donde no era posible cruzarse ni mantener comunicación.
En definitiva, el reto se traduce en una tonelada y media de materiales y alimentos. En lo que respecta a Beatriz, consumió 1.000 litros de agua y leyó 60 libros a lo largo de un año y medio.