En 2003 Sony puso una cámara en un smartphone por primera vez. Fue en el Ericsson Z1010 y no fue para hacerse fotos sino para reuniones de negocios. Desde entonces abrir la cámara del teléfono y hacerse una autofoto pasó de ser una acción egocéntrica a generar una revolución que pocos imaginaron. Claro, alguien sí vio el potencial de la selfie y comenzó a explotarlo, pero la gran masa de usuarios no percibimos un futuro en el que esa autofoto sería mucho más que un reflejo de cómo nos mostramos -y nos vemos- a nosotros mismos.
Inteligencia artificial y estupidez natural
La capacidad de interpretar una imagen fija o en movimiento y añadirle elementos ha llevado al desarrollo de realidad aumentada e inteligencia artificial hasta sitios impensados. Sin embargo lo que más conocemos y valoramos de esa tecnología es que podemos hacernos selfies con el filtro que nos muestra con orejas, hocico y lengua de perro.
Es verdad que el entretenimiento explota el lado más trivial de esa tecnología pero afortunadamente el desarrollo va más allá. La estrategia comercial también aprovechó la oportunidad y empresas de maquillajes o anteojos se valieron de la selfie en combinación con la realidad aumentada para probar cómo se verían los labios pintados o lentes de sol. Pero la selfie va más allá y puede salvar vidas. Una investigación de la Academia China de Ciencias Médicas y la Facultad de Medicina de la Unión de Pekín demostró que una autofoto en combinación con IA se puede para detectar enfermedades cardíacas.
Sonría, lo estamos filmando
La evolución de las smartphones es la historia sobre cómo pasaron de ser teléfonos con cámara a ser cámaras con teléfono. La potencia fotográfica y de video ubicada en la parte trasera de un móvil tiene una calidad inédita pero predecible. Sin embargo la cámara frontal fue forzada a evolucionar gracias a las selfies. Los fabricantes sumaron funciones para atraer a más usuarios con la promesa de que la autofo alcanzaría niveles nunca vistos. Y así fue: Samsung metió filtros de belleza, Apple sumó cámara lenta (que bautizó como Slofie) y todas las marcas pasaron de discretos 4mpx a calidad HDR que permiten fotos de alta resolución y calidad de video en 4K. Sin embargo la cámara frontal es la piedra en el zapato en el desarrollo de pantallas más abarcativas. Eliminar esa cámara sería una locura así que aparecen soluciones con dispar creatividad. Xiaomi, OnePlus, OPPO y Samsung probaron con cámaras motorizadas, deslizables o “escondidas” bajo pantalla pero aún nadie tiene la solución definitiva.
Tu cara me suena
La selfie fue puesta a prueba como método de identificación pero en combinación con la pandemia se potenció su uso. Tanto el Estado como el sector privado la exigen para sus trámites online y habilitan numerosas funciones con sólo usar el rostro. El sector financiero es uno de los que más jugo le saca ya que es posible desde abrir cuentas bancarias hasta solicitar tarjetas de crédito con sólo enviar nuestros datos y una selfie. Billeteras virtuales, como por ejemplo Mercado Pago, validan compras con reconocimiento facial.
La app Mi Argentina corrobora la identidad de cualquier ciudadano argentino a través de una foto. La identificación a veces es biométrica con fotos de frente y de perfil para distinguir patrones faciales -que son similares a las huellas dactilares- o también puede ser corroborativa como en el caso que se exige que se envíe una foto de cara y sosteniendo el DNI con una mano en la misma imagen.
Bueno, bonito y barato
El famoso “palito selfie” es el accesorio más conocido de la larga lista de productos que se desarrollan para potenciar las autofotos. Trípodes, luces o micrófonos son otros de los elementos que eran exclusivos de fotógrafos o realizadores de video y que ahora pasaron al usuario inexperto gracias a sus bajos precios y variedad de calidad o tamaño.
Poseer un un smartphone relativamente nuevo sumado a fundas con luces led, bases con agarraderas para teléfonos o incluso drones diminutos para selfies hicieron crecer la población de creadores de contenidos que no necesitan más que un puñado de accesorios y mucha creatividad para ser emprendedores audiovisuales.
La calidad de imagen de un teléfono sumando a accesorios como, por ejemplo, estabilizadores de imagen como el DJI Osmo Mobile hacen que obtengamos fotos o videos que hace menos de 10 años estaban reservados sólo a los cineastas o producciones con grandes equipos.
Espíritu millennial
La selfie es la marca distintiva de los millennials y datos de investigaciones y estadísticas de apps lo avalan. Los más jóvenes destinan por año unas 54 horas a hacerse selfies. En promedio se tarda unos 7 minutos en realizarse una buena autofoto y se toman entre dos y cinco fotos antes de elegir una. También se suman alrededor de 5 minutos en agregarles filtros. Se cree que a lo largo de su vida una persona tomará alrededor de 25 mil selfies.
De la foto a la tragedia
La leyenda cuenta que Narciso era un joven tan bello que hombres y mujeres se enamoraban de él, pero como rechazaba a todos los dioses lo castigaron haciendo que se enamorara de su propio reflejo en el agua donde, absorto por su propia imagen, cayó y murió. Con menos poesía y más tragedia, las selfies también son responsables de acciones egoístas y accidentes fatales.
Cada tanto aparecen noticias de personas que caen por barrancos o son atropelladas mientras están distraídas tratando de verse lo mejor posible en una autofo.
En otros casos, el drama no ha llegado a la muerte pero sí a tener consecuencias lamentables. Hay quienes han decidido que una selfie era buena idea en un funeral o, peor aún, mientras se cometía un crimen. Las violaciones a la cuarentena durante la pandemia también quedaron plasmadas en selfies. Más de uno no sólo se hizo autofoto en juntadas numerosas sino que también la compartió en redes sociales.