Llega Navidad y Año Nuevo y las expectativas son diversas. En ese mar de posibilidades el contraste no sólo incluye familias ensambladas, monoparentales o con padres de igual o diferente género, sino también parejas (matrimonios o convivientes) que deciden separarse, y pasan sus primeras fiestas de esa manera.
En la mitad de tal situación aparecen los hijos, quienes pueden transitar este difícil momento de diferente manera, y en donde los padres son los protagonistas principales de esta historia.
En la mitad de eso, muchos progenitores pueden vivir esa transición con tristeza y resiliencia (para pensar en sus hijos), mientras que otros resuelven su conflicto de diván a través de los chicos como trofeo. Una vendetta cruel que los deja en la mitad de un conflicto de adultos, que se patentiza en fechas tan especiales como las de fin de año.
“Lo más importante es analizar la edad de los hijos. No es lo mismo que sean pequeños, a cuando son grandes o adolescentes. Depende la edad evolutiva que tengan, cómo les va a afectar de manera diferente la separación de los padres”, opina el psicólogo Daniel Venturini.
La edad de los chicos es una de las primeras variables a tener en cuenta. A ella se suma en qué situación y reglas ha terminado la pareja divorciada, ya que a lo que una familia le funciona, a otra puede que no.
“La infancia es una etapa muy diferente para sobrellevar la separación de los padres respecto por ejemplo de la adolescencia, en donde la atención está puesta en con quién se van a juntar o el grupo de pertenencia -apunta Venturini y continúa-. Lo que no implica que se pongan como rehenes tampoco. Sin embargo es justamente en la franja de la infancia (de 3 a 10 años) cuando más cuidado hay que tener como padres”.
- ¿Qué es lo más importante para el chico a la hora de pasar Navidad y Año Nuevo de manera diferente?
“Sentirse en un vínculo estable y seguro a pesar de la separación de sus papás ya que muchas veces los padres, en su eterna confrontación personal, dificultan esta seguridad en el chico. Esto se debe a que no han podido resolver el cierre de manera madura y usan a los hijos como botín de guerra. Entonces, por ejemplo, el que pasa determinada fiesta con los chicos sería como el ‘vencedor’ frente al otro. Esas rispideces y competencias deben ser superadas por adultos responsables que quieren lo mejor para sus hijos”.
- ¿Es una manera de "usarlos"?
- Absolutamente. Los padres deben despojarse de sus egoísmos y situaciones personales que no han podido resolver, tratando de brindar a los chicos un ambiente estable y seguro, que es lo que necesitan sentir y vivir mientras crecen. Los pequeños aspiran a percibir que el vínculo de apego no se ha modificado por el divorcio de los padres... porque en el fondo no es el divorcio de los padres lo que los afecta.
- ¿Qué los afecta entonces?
- Que les hagan sentir que pueden perder a alguno de los dos padres. Si hay clima de confrontación la frase ‘te vas con tu padre o madre’, yo me quedo sola/o’ es mucho más que algo lanzado al viento por el adulto. A los oídos de los pequeños es una manipulación, que les genera culpa y malestar, apareciendo lo que un psicólogo húngaro define como “conflicto de lealtades”. Eso no es justo para los hijos, quienes sienten que traicionan a una parte si se van con la otra.
Se supone que cuando un hijo se va con su padre o madre a pasar una de las fiestas de fin de año, es algo positivo que debe ser alentado para que disfrute y no manipularlo y colmarlo de culpa. Es un tema que los adultos deben trabajar y superar sin mezclar a los chicos.
¿Cómo los ayudamos?
Desde la mirada de la psicóloga y escritora María Zysman (directora de Libres de Bullying): “Las primeras fiestas de fin de año son las más complicadas para encarar esta nueva etapa. Igual que el primer fin de semana que los niños se quedan a dormir con papá o mamá, o en otra casa que no es en la que vivieron durante tanto tiempo. Si bien este primer año es más complicado para todos los chicos, puede ser superador del resto que viene, dependiendo de la forma en que los padres realizaron la separación”.
- ¿Qué es lo que los padres no pueden pasar por alto?
- La importancia de preservar una buena comunicación en la pareja de adultos, sin utilizar a los chicos como botín, trofeo o moneda de cambio, habla de adultos que piensan en sus hijos. Armar una competencia a ver quién regala más cosas al chico habla de la pobreza e inmadurez emocional de muchos padres, que canalizan broncas o rencores a través de los hijos.
Es el bienestar de los chicos, por sobre todo, lo que debe importarles, dejando en claro qué fiesta pasan con cada quién, para no ponerlos a elegir.
Como papás tenemos que hacerles sentir que irse con mamá o papá a pasar Navidad o Año Nuevo, no implica que estén abandonando a nadie, ya que si ellos son felices como hijos, los padres también lo somos. Se trata de un aprendizaje para toda la familia a la hora de vivir o enfrentar cada una de las situaciones nuevas”, argumenta Zysman.
- ¿Qué dirías a los adultos que se han separado en malos términos y que pasan sus primeras fiestas en esta situación?
- Lo más importante es que los padres internalicen que a veces es bueno hacer un paréntesis o tregua. Lo mejor que se puede pensar cuando uno se separa es invertir (aunque sea difícil sobre todo en los primeros tiempos) en sostener a los chicos y no pasar facturas ni reclamar al ex. Después de la primera parte, y si logran hacer ese impás, van a poder disfrutar del nuevo vínculo con quien fuera su pareja y que los chicos puedan hablar naturalmente de lo que sucede en una u otra casa. Cuando los papás terminan la relación mal, y los hijos quedan en el medio, comienzan a estar en una situación en la cual sienten que, cualquier cosa que digan, implica ser desleal con el otro progenitor, trayendo consecuencias indeseadas.
- ¿Consecuencias producto de la separación?
- No. Lo que deja consecuencias en los hijos no es la separación de los padres en sí, sino cómo la atraviesan, cuánto pueden hablar y cuánto callar. Obvio que cualquier chico desea tener a sus padres juntos. De hecho en el primer tiempo hasta tienen la fantasía de que pueden llegar a volver, entonces en sí es doloroso. Sin embargo es peor que los padres sean vengativos o hasta despreciables entre sí. Hay que manejar todo con diálogo, confianza y amor por esos hijos que los unen, aunque ya no sean una pareja.