Guayaquil, en la actual república del Ecuador, fue el escenario hace 200 años de un encuentro o un desencuentro, según se mire, entre los dos máximos héroes de la independencia hispanoamericana.
El 26 de julio de 1822, los generales José de San Martín y Simón Bolívar, Protector del Perú y Libertador de Colombia, respectivamente, hablaron sin testigos por espacio de unas horas. Otro tanto hicieron al día siguiente, despidiéndose al caer la tarde.
San Martín regresó esa misma noche al Perú. De lo que hablaron entre ellos nada se sabe. Los protagonistas debieron establecer un pacto de silencio entre caballeros, que no rompieron.
Para acercarse a lo que fue aquel encuentro existen cuatro documentos auténticos: la carta que le envió Bolívar desde Guayaquil a Francisco de Paula Santander, el 29 de julio de 1822; los apuntes que dejó en una memoria el secretario de Bolívar, José Gabriel Pérez; y dos cartas manuscritas de San Martín: una enviada al general Guillermo Miller desde Bruselas, el 19 de abril de 1827, y la otra al mariscal Ramón Castilla, el 11 de setiembre de 1848, remitida desde Boulogne Sur Mer.
Debemos mencionar una carta hallada en 2013 en el Archivo Nacional de Ecuador, en Quito, del 29 de julio de 1822, escrita por el secretario Pérez a Sucre, que contiene una síntesis de lo que después redactó en la memoria aludida.
También, una carta de San Martín a Bolívar desde Lima, el 29 de agosto de 1822, conocida como Carta de Lafond. Lleva este nombre por Gabriel-Pierre Lafond de Lurcy, quien en 1843 dio a conocer una transcripción en el libro Voyages autor du monde et naufrages célébres, relatando lo que se había hablado en Guayaquil.
Este marino y armador francés había actuado con 20 años en las luchas independentistas en favor de la causa americana. Ya adulto y en contacto con San Martín en Francia había consultado su archivo.
Para esta época, Alberdi, que residía en Europa, dio a conocer un perfil de San Martín usando esa transcripción. Igual hizo Sarmiento en su discurso de ingreso al Instituto Histórico de Francia en 1847, al que asistió como oyente calificado el propio San Martín y no desmintió.
Nunca se halló el original de la carta. La Academia Nacional de la Historia dictaminó en 1950 la autenticidad. Perú era el sitio de América que no había logrado una victoria definitiva. La sierra, el sur y el Alto Perú seguían en manos de los realistas.
Antes de embarcarse San Martín le escribió a O`Higgins: “…me voy a embarcar para tener una entrevista con el general Bolívar a tratar la terminación de la guerra…”. Se lo corroboró a Miller: “En cuanto al viaje a Guayaquil, él no tuvo otro objeto que el de reclamar del general Bolívar los auxilios que pudiera prestar para terminar la guerra del Perú…”.
El Protector llegó a Guayaquil el 26 de julio. Los temas tratados fueron muchos. Además del status de Guayaquil, debieron conversar sobre los sistemas de gobierno a establecerse.
La postura monárquica con un príncipe europeo y no uno americano de San Martín, producto de la experiencia en el Perú, en donde no había cohesión entre los grupos como para ejecutar un gobierno democrático, debió distanciarlo de la postura republicana de Bolívar.
Si bien coincidían en que abundaba en estos pueblos la ignorancia, los conflictos, las ambiciones y el faccionalismo, Bolívar defendía un ejecutivo fuerte con un senado hereditario. Debieron conversar sobre la posibilidad de federar a las futuras naciones.
Deben haber tocado problemas propios. San Martín sobre la anarquía en el Río de la Plata, O`Higgins y sus problemas en Chile y la interna que tenía en el Perú con sus oficiales, ministros y diversos grupos de poder. Bolívar, sobre la necesidad de demarcar límites entre la Gran Colombia y Perú, y México con Iturbide, que lo preocupaba.
Debió discutirse el tratado firmado veinte días antes entre Perú y Colombia. En la carta de Bolívar a Santander y en la Memoria de Pérez, se sostiene que San Martín llegó al encuentro sin un plan previo para terminar la guerra. También, que no solicitó ayuda.
En las cartas de San Martín a Miller y Castilla, argumenta que reclamó auxilios para terminar la guerra y que se puso bajo las órdenes de Bolívar.
San Martín regresó a Lima el 28 de julio con las manos vacías. Si salió del Perú dos días antes debilitado y en busca de ayuda militar, regresó derrotado. Se ha señalado que fue en ese momento un general sin ejército y un Protector sin poder. Renunció al Protectorado y al mando del ejército.
Dejó instalado un Congreso y en setiembre de 1822 partió rumbo a Mendoza. El Perú se sumió en un caos. Es inexplicable la actitud de San Martín, el líder singular que supo organizar dos ejércitos, cruzar la cordillera de Los Andes y surcar el Pacífico. Fue vencido política y militarmente por las circunstancias.
Bolívar vio la crisis del Perú a la distancia, pero conflictos internos lo demoraron. Por el avance español tuvo que desviar fuerzas hacia el norte demorando un año su ingreso al Perú. Lo hizo a principios de setiembre de 1823, demostrando que en tiempos del encuentro de Guayaquil no estaba preparado para ayudar a San Martín. El 10 de febrero de 1824 Bolívar fue proclamado dictador del Perú.
*Adriana Micale es Historiadora