A raíz de un artículo en Los Andes alegando a favor de la eutanasia en la Argentina, queremos decir lo siguiente.
La nota abre un debate acerca de la necesidad o no de la legalización de la eutanasia en el país. Apelando más a la sensibilidad de una situación particular, que a la real situación de los enfermos crónicos avanzados con pronóstico de vida limitado, no es recomendable hablar de enfermos terminales. Se entiende que es una nota para instaurar la prioridad de la temática en la sociedad.
El comentario es desde la mirada paliativista. La eutanasia es una de las posibilidades que deberían tener los pacientes, de poder elegir, dentro de otras, de cómo morir. Pero para que esta se dé, deberían haberse desarrollado otras más básicas y más masivas. Entre ellas, es el de los cuidados paliativos en pacientes oncológicos y no oncológicos.
Actualmente, si bien está contemplados en las leyes (PMO) y derechos del paciente, el grado de desarrollo es mínimo en nuestro país y en la provincia.
Empezando por el hecho de que no existen formaciones sistemáticas en las universidades en el grado, la formación de posgrado es muy limitada y centralizada.
En Mendoza existen no más de 50 profesionales formados en cuidados paliativos, entre médicos, psicólogas y enfermeros y la demanda estimada de personas con necesidades de cuidados paliativos es de 30.000.
Evidentemente, absolutamente insatisfecha.
También hay que decir que en algunos hospitales de cabecera, no se ofrecen los cuidados paliativos o se les pagan sueldos miserables a los médicos.
Ni que hablar del servicio domiciliario estatal para estos pacientes, que casi no existe y es fundamental para que la persona muera en casa, en paz y también para desocupar camas en el sistema público.
El acceso a la morfina u otros opioides (importantísimo para aliviar el dolor) es un peregrinar de los médicos, que debemos pagar y esperar horas para que nos den un recetario y para los pacientes o familiares, conseguirlos.
Sí, leyó bien, el médico debe pagar por el recetario.
Sí, la simbología es terrible, para poder aliviar el dolor, un médico debe pagar.
La mayoría de las obras sociales no cubren los cuidados paliativos, o lo hacen por reintegros.
Se entiende que no todas las familias tienen en dinero en mano para pagarles a los profesionales y luego esperar que se les devuelvan.
Muchos de los servicios de domicilio, dispensan “cuidados paliativos”, con médicos y enfermeros que no tienen formación. Y por supuesto, es raro que cubran consultas de psicología o trabajo social.
Estamos muy lejos de hablar de eutanasia, en esto también somos un país subdesarrollado.
Que exista una ley de eutanasia ahora, es peligroso, ya que puede ser una vía fácil para una persona muy vulnerable, que está cansada de que le duela, de estar triste o no tener red de contención (síntomas comunes en cuidados paliativos) y no reciba atención especializada, quiera y pueda morirse.
En los servicios de cuidados paliativos es raro recibir pedidos de eutanasia, los cuales son fundamentados en el sufrimiento del dolor, cuando se logra calmar los síntomas, el pedido de eutanasia desaparece.
Hablar de eutanasia, con esta realidad de los pacientes con enfermedad avanzada es desconocer a la mayoría de los enfermos terminales.
Es de una levedad importante e irrespetuosa.
Si interesa la temática, sugerimos que se la aborde en su totalidad. Se haría un gran bien a muchas personas enfermas y sin atención.
Y también ayudaría a muchos profesionales, que tienen una gran vocación de ayudar, pero que se ven frustrados por estas y otras circunstancias.