En la actualidad, de las noticias que más se habla es de la inflación que tenemos y que viene desde añares.
Se lee que la inflación se produce porque el Gobierno emite dinero para financiar el desequilibrio entre sus gastos y sus ingresos. Esa emisión aumenta la oferta de pesos en la economía, y como cualquier bien cuya oferta sube, su precio cae. Por lo tanto la inflación es el reflejo de un peso que cada vez vale menos.
Para algunos se baja la inflación disminuyendo el precio de los combustibles y para otros controlando los precios de los artículos y los salarios. El método del control de precios, ya lo hemos utilizado y fracasó al promover la escasez de productos y disminución de su calidad. Y además los gobiernos creen que con subsidios se soluciona el problema.
Nosotros hemos usado y sugerido diferentes métodos para detener la inflación, por sus efectos distorsivos sobre la economía. Desde la ley de “Agio y Especulación” (1952), nunca los controles de precios nos han solucionado la causa de la inflación.
Son numerosas las causas que pueden producir inflación, por eso es necesario un serio análisis para su eliminación. Hay diferentes explicaciones del fenómeno inflacionario, así tenemos inflación de demanda, inflación de costos. Y para Julio Olivera nuestra inflación no es de origen monetario sino estructural y obedece, sobre todo, a rigideces y asimetrías de la economía, como el estrangulamiento en la balanza de pagos.
Argentina lleva más de 70 años tratando de eliminarla y aún no da en la tecla, convirtiéndola en el caballo de batalla para justificar medidas de estabilización, ajuste o austeridad, como se las llamó según el momento.
En síntesis, para comprender mejor el fenómeno de la inflación en nuestro país se debería analizar la historia de su origen ya que “la inflación es un problema de todos“ y solo se eliminará cuando se supere la estructura económica subdesarrollada, por eso “la guerra contra la inflación” es el trabajo productivo.