Alternativas monetarias

Interesante repaso de variaciones monetarias en el país a lo largo de los años, que sirven como antecedentes ante la posibilidad de dolarización.

Alternativas monetarias
La propuesta de dolarización de Milei no es la primera que busca sumar otras monedas a la economía argentina.

La moneda tiene varias funciones. Es un medio de pago que permite concluir transacciones; es un medio de intercambio y es una unidad de cuenta que posibilita la fijación de precios de bienes y servicios y es un depósito de valor, pues se puede guardar para usos y adquisiciones futuro dando lugar al ahorro.

La Argentina tuvo diversas monedas circulando: los pesos emitidos por el Banco Provincia de Buenos Aires, pesos fuertes, con los patacones bolivianos, las monedas de plata chilena, las libras esterlinas. La ley 71 sancionada durante la presidencia de Mitre autorizo la libre circulación de estas monedas. La redacción original del Código Civil de Vélez Sarsfield admite la contratación con libertad de elección de monedas para las transacciones.

La Ley 1130 de 1881 en la primera presidencia de Roca unifica la moneda con la creación del peso moneda nacional. Todos los billetes en circulación debían ser canjeados a la nueva moneda, que tenía el respaldo del peso oro argentino. Durante el gobierno siguiente se permitió la emisión de moneda al Banco Nacional y bancos provinciales contra el depósito de oro, pero al hacerlo algunos con bonos públicos contribuyeron a la crisis del noventa. La creación de la Caja de Conversión rescató esas emisiones que desvalorizaron la moneda.

Pesos y dólares (Foto: RT)
Pesos y dólares (Foto: RT)

Con la Ley 3871, sancionada en 1899, en la segunda presidencia de Roca, se restableció la convertibilidad estableciendo una paridad de un peso oro igual a 2,27 pesos moneda nacional. La Caja de Conversión será sustituida en 1935 por el Banco Central. El peso moneda nacional fue una moneda estable hasta 1946. Como ejemplo, emisiones en pesos de bonos argentinos y cédulas hipotecarias fueron adquiridas por bancos del exterior en una buena parte. Esa fortaleza del peso permitió una adecuada monetización, siendo los depósitos en los bancos más del 50% del PBI en 1945, situación revertida por la inflación, que ha llevado los depósitos bancarios a menos del 13 % del PBI restringiendo de esa manera el crédito tanto para el sector privado como para el financiamiento público por la pequeñez del sistema financiero.

Es que las políticas implementadas desde la asunción del controvertido Miguel Miranda en el Banco Central en 1946 estimularon la inflación y desalentaron el ahorro con tasas ridículamente bajas para el ahorrista, errores que se prolongaron largo tiempo, provocando la perdida de “la ilusión monetaria” y que llevaron en 1967 a la desaparición del peso moneda nacional, siendo reemplazado a partir de ese año por varias denominaciones, siempre suprimiendo ceros y en 1985, incluso, la denominación tradicional al emitirse el austral que sólo duró seis años.

En la campaña electoral el presidente Milei anunció la dolarización. Se han dado los ejemplos de Ecuador y El Salvador como casos exitosos de renuncia a la moneda nacional. Con todo respeto, comparar las economías y la sociedad de esos países con la Argentina es un despropósito que muestra una abdicación de los sueños y aspiraciones de los padres fundadores que pensaron en construir un gran país.

Por otra parte, el caso de El Salvador indica que tiene la tasa de riesgo país más alta de su región centroamericana y el Ecuador la tasa de riesgo más elevada después de la Argentina en Latinoamérica y sus inflaciones son superiores a países con moneda nacional. como Brasil, Chile o el Uruguay.

La Argentina tiene otras alternativas, como son la convivencia de monedas, como establecía el Código Civil. Siguiendo los trabajos de Guillermo Laura y Ergasto Riva, podemos adoptar el UVA como moneda siguiendo la experiencia exitosa de Chile con la Unidad de Fomento, creada en 1967 durante la presidencia de Eduardo Frei. La unidad de fomento es una moneda virtual cuyo valor se actualiza diariamente según el índice de precios. Los depósitos bancarios, las transacciones, los ingresos, los créditos se calculan en esa moneda y los billetes papel se usan para las necesidades diarias. Esto ha permitido una bancarización mayor al 90% del PBI y como consecuencia crédito abundante para financiar viviendas a 30 años entre otros rubros.

Hay otra alternativa y es usar como ancla una moneda vigente pero no tenida en cuenta, que es el peso argentino oro, creado en 1881 junto con el peso moneda nacional. El peso argentino oro hoy vale 380 mil pesos y se valorizo respeto al dólar desde 1992 en un 415%.

El peso argentino oro puede ser el pilar para la reconstrucción de una moneda propia, algo al que ningún país que se respete puede renunciar, salvo que se avance en procesos de integración regional o continental como es el caso de la Unión Europea, que no se avizora en nuestra región.

*El autor es presidente de la Academia Argentina de la Historia

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