La Cumbre del G7 realizada en Italia entre el 15 y 17 de junio, tuvo como es usual media docena de invitados regionales ajenos al Grupo. De América Latina estuvieron presentes Brasil y Argentina. Este último fue invitado especialmente por la presidenta pro témpore del G7, la primera ministra de Italia, Georgia Meloni, con quien Javier Milei tiene cierta afinidad político-ideológica. El presidente argentino centró su exposición en el tema de la inteligencia artificial desde una perspectiva económica.
Pero el invitado central ajeno al Grupo fue otro argentino, el Papa Francisco. Este, a su vez, en forma no coordinada, expuso también sobre inteligencia artificial, pero lo hizo desde una perspectiva global, vinculándola a temas como la deshumanización de la guerra que está generando. El Papa fue recibido con afecto y respeto por los líderes de los países más importantes de Occidente. Pero la relación con el presidente argentino fue fría y no tuvieron un encuentro bilateral como Milei lo tuvo con el presidente francés, Emmanuel Macron, pese a sus diferencias ideológicas.
Pero el Presidente argentino en cambio, opacó la presencia de su par brasileño, Luiz Lula da Silva. Éste, en su exposición, propuso un impuesto a las grandes fortunas para, con lo recaudado del mismo, atenuar la pobreza y la injusta distribución del ingreso. Pero su impacto fue menor.
Cabe señalar que los temas centrales del encuentro fueron las guerras de Ucrania y Gaza, frente a las cuales se ratificó el compromiso de seguir respaldando a Ucrania y destinar el producido de fondos incautados a Rusia para financiar al estado ucraniano.
Simultáneamente, en Suiza, tuvo lugar la Cumbre por la Paz en Ucrania, convocada por el presidente Volodimir Zelensky y a la que concurrieron más de noventa presidentes en ejercicio. En los hechos, no estuvo destinada a abrir gestiones de paz, sino que se transformó en una manifestación diplomática de apoyo a la causa ucraniana. Rusia no fue invitada y China no participó, al considerar que sin Moscú la reunión no tenía sentido porque no había posibilidad de avanzar en ningún proceso de paz. La ausencia del presidente Biden, que delegó su representación en la vicepresidente Kamala Harris, bajó el nivel político de la reunión. El candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos optó por asistir a una reunión con figuras de Hollywood que lo apoyan en su campaña electoral, recaudando en el evento cerca de treinta millones de dólares.
Al encuentro en Suiza concurrieron delegaciones de noventa y dos países. De América Latina lo hizo algo más de la mitad. Estuvieron presidentes cuyos gobiernos apoyan a Ucrania, como los de Uruguay, Luis Lacalle Pou, el de Paraguay, Santiago Peña, y el de Ecuador, Daniel Noboa. También los de Chile, Brasil y Argentina, quien respaldó enfáticamente la posición ucraniana. Los dos últimos habían participado en la reunión del G7.
Pero las diferencias se dieron respecto a la firma del documento de la Cumbre, que en los hechos rechazó la posibilidad de negociaciones y ratificó en su totalidad la posición ucraniana. La declaración respaldó así la insistencia de Zelensky de que Rusia debe devolver el territorio que ocupa en la península de Crimea y las cuatro regiones de Donbass. Es un punto inaceptable para Rusia.
Una decena de países que asistieron a la Cumbre rechazaron firmar el documento. Lo hicieron potencias medianas como Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos. También naciones importantes de Asia: India, Indonesia y Tailandia. De las monarquías del Golfo lo hizo también Bahrein. De América Latina no lo firmaron los dos países con mayor población: Brasil y México. Cabe recordar que Lula presentó en mayo un documento conjuntamente con China planteando alternativas para crear condiciones para llegar a una negociación entre Rusia y Ucrania, el que fue ignorado por Zelensky y sus aliados. López Obrador, que está en sus últimas semanas de gestión, ha mantenido la tradicional neutralidad mexicana en los conflictos globales y por ende rechazó firmar una declaración que objetivamente respaldaba la posición ucraniana.
Por su parte, el presidente argentino recibió una condecoración de Zelensky por su contribución a la causa ucraniana. Cabe señalar que al mismo tiempo, en Bruselas, Argentina se incorporó al Grupo de Rammstein, el que dirigido por el Jefe del Pentágono, coordina las acciones de más de medio centenar de países que apoyan militarmente a Ucrania. La Argentina es el único país de América Latina que hoy lo integra.
Brasil, como potencia regional, el que intenta jugar un rol más relevante. Su posición dentro del Grupo BRICS es un dato al respecto. Ninguno de los cinco países que lo integra ha asumido una posición activa en respaldo de Ucrania. Es que uno de los cinco, Rusia, es parte del conflicto. China, y en alguna medida Sudáfrica, tienen cierta inclinación por Moscú, pero sin abandonar la neutralidad. Brasil y la India mantienen una posición más definidamente neutral. Brasilia y Beijing intentan una posición intermedia que permita el diálogo entre las partes, pero Estados Unidos lo ve como una alternativa competitiva a Washington, siendo el aliado militar más importante de Ucrania.
Pero en este marco es relevante que sólo un país haya tenido dos líderes en la Cumbre del G7: Argentina. Los dos hablaron sobre el mismo tema. La inteligencia artificial y lo hicieron con enfoques y perspectivas diferentes. No fue la primera vez que un presidente argentino asiste a esta cumbre en su medio siglo de existencia, pero si lo es que un Papa haya sido invitado a exponer ante ella.
* El autor es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.