En la Cumbre de los BRICS realizada del 22 al 24 de agosto en Johannesburgo (Sudáfrica), Brasil, el único integrante de América Latina, quiso jugar un rol de equilibrio. Se eludió una definición sobre Ucrania y se optó por reforzar los reclamos en la llamada “arquitectura mundial de posguerra”, como la ONU, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. El tema de la incorporación de los nuevos miembros tuvo un rol importante. En un extremo, Sudáfrica se negaba a abrir nuevas incorporaciones en este momento; en el otro, China quiso que la ampliación sea la mayor posible, posición en la cual coincidía en líneas generales Rusia, mientras que India optaba por incorporar a sólo tres nuevos miembros. Brasil, por su parte, buscó una posición intermedia.
La decisión final de incorporar seis nuevos miembros pareció en línea con la posición brasileña. De los seis nuevos miembros, dos son monarquías árabes (Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos), Irán en Medio Oriente, Egipto y Etiopía de África, y Argentina de América Latina. Brasil, que años atrás demoraba la incorporación de este país que impulsaba la entonces presidenta Cristina Kirchner, ahora optó por aceptarla e impulsarla. Los nuevos países pasan a integrar el llamado BRICS Plus, que formalizarán su adhesión el 1 de enero de 2024. La próxima Cumbre se realizaría en Kazán, Rusia. Respecto a América Latina, México no ha expresado interés en incorporarse de acuerdo a su tradición diplomática de tener un “bajo perfil” en el ámbito internacional.
Seguidamente, el 9 y 10 de septiembre tuvo lugar la Cumbre del G20 en Nueva Delhi, que marcó la importancia de la India como actor global. No asistieron los presidentes de China y Rusia. El primero para marcar un gesto diplomático de distancia y el segundo para no sufrir inconvenientes por los pedidos de captura internacionales que tiene de la CPI (Corte Penal Internacional), en particular por el traslado forzado de niños ucranianos a Rusia. México es el tercer país que decidió no participar. Nuevamente, pese a ser el segundo país de América Latina en PBI y población, el presidente Andrés López Obrador, de acuerdo a la tradición diplomática de su país, decidió no participar, en otra muestra de su “perfil bajo”. Esta Cumbre marcó el surgimiento de India como potencia global, siendo hoy la primera población del mundo, el quinto PBI, el tercer gasto militar global y el cuarto país en llegar a la Luna. El primer ministro Narendra Modi tuvo un éxito diplomático singular, al lograr una declaración que estaba a punto de naufragar por la falta de condena a Rusia por la invasión a Ucrania, y Brasil contribuyó a ello. Hay ciertas similitudes en el enfoque internacional de Brasil y la India. Ambos juegan al equilibrio entre China y Estados Unidos y están tanto en el BRICS como en el G20, al igual que China, Rusia y Sudáfrica.
Pero a partir de 2024, dos países del Grupo se suman a los BRICS: Argentina y Arabia Saudita. El grupo queda así integrado por siete potencias emergentes y siete de los países desarrollados con sistema político liberal. Los restantes cinco integran el llamado Grupo MITKA, integrado por potencias regionales (México, Indonesia, Turquía, Corea del Sur y Australia). En esta Cumbre del G20, Brasil apoyó la moción de la India de incorporar como miembro colectivo a la Unión Africana, como lo es desde el inicio la Unión Europea.
Mientras esto sucedía en las Cumbres de los BRICS y del G20, el gobierno chileno conmemoró el medio siglo del golpe militar contra el presidente Salvador Allende. Brasil asumió una posición concreta: no asistir a la conmemoración. El gobierno de Gabriel Boric intentó transformar la fecha en un reclamo global en defensa de la democracia. Pero la ausencia de Lula limitó la convocatoria, y en realidad la hizo fracasar al no concurrir. Paradójicamente, en este encuentro asistió el presidente de México, Andrés López Obrador, quizás queriendo asumir un rol en la región, a diferencia de lo que hace en el ámbito global. Estuvieron presentes el presidente de Colombia, Gustavo Petro, y el de Bolivia, Luis Arce: una presencia muy limitada y exigua para las pretensiones iniciales de Boric.
El presidente argentino, Alberto Fernández, siguió al brasileño, pese a la proximidad geográfica y la afinidad política con Boric. El cuarto presidente en ejercicio que concurrió fue el de Uruguay, Luis Lacalle Pou, que es de centroderecha. Posiblemente lo haya hecho en base a una gestión realizada por el ex presidente chileno Sebastián Piñera, a través de su ex colega Luis Lacalle, padre del presidente actual de Uruguay. Boric había intentado que estuvieran presentes Jefes de Gobierno europeos, como los de España y Portugal. Finalmente no lo hicieron, y la ausencia de Brasil incidió en ello. El hecho demostró que la diplomacia brasileña en este momento está dando más prioridad a foros globales, en los cuales es reconocido como el único actor global de América Latina, que a su propia región.
En definitiva Brasil, en la Cumbre de los BRICS, buscó una posición de equilibrio, secundando la posición de la India, quien logró una declaración de transacción, en la Cumbre del G20, Lula apoyó la postura de los BRICS de no invitar en forma virtual a Zelensky y el presidente brasileño no concurrió al acto organizado por el presidente Gabriel Boric por el 50° aniversario del golpe militar contra Salvador Allende, demostrando que Lula prioriza lo global sobre lo regional.
* El autor es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.