Es grande el desafío que encara Omar De Marchi. Encabeza una coalición que pone en la mira, principalmente, el armado de poder de Alfredo Cornejo desde diciembre de 2015, mientras tiene con éste un rival en común: el modelo kirchnerista.
Siempre aseguró que no provocaría semejante ruptura en Cambia Mendoza si no estuviese seguro de que el peronismo no pasaría “por el medio” (entre cornejistas y demarchistas) en la carrera hacia la gobernación.
Es uno de los quiebres más “picantes” en Mendoza en estos 40 años de democracia.
Entre lo más parecido puede recordarse aquel armado de Bordón de 1995, cuando peleó sin éxito contra la reelección presidencial de Menem y aquí se asoció con Fayad y el radicalismo para destronar al “equipo de los mendocinos” que él mismo había creado años antes.
Lafalla ganó, con algún susto, gracias a los votos a Menem y a los “caciques” departamentales.
Una “tribu” que en pocos días más querrán demostrar que siguen vigentes en sus terruños.
Y si de pasar por el medio se trata, la jugada que quedó en la historia fue aquella de Celso Jaque, en 2007, cuando pudo demostrar que el PJ mendocino podía apoyar la “transversalidad” de la fórmula CFK-Cobos compitiendo solo, sin sellar ningún tipo de alianza en la provincia.
De ese modo se impuso bien al binomio Biffi-Thomas, intento frustrado de alianza “transversal” aquí, en Mendoza.
Muchos argumentaron, con cierta razón, que faltaron convicciones en el radicalismo mendocino para aceptar aquella jugada de los Kirchner.
Para fortalecer su actual ensamble, De Marchi tiró líneas en todos los espacios posibles.
Apuntó, fundamentalmente, a quienes tenían ya un fuerte desgaste con sus propias estructuras, como el intendente Daniel Orozco, que terminó aceptando ser su compañero de fórmula.
Algo similar ocurrió, y ocurría hasta anoche, con los intendentes no kirchneristas del PJ mendocino o con quienes aun no estando a cargo de municipalidades mantienen liderazgos.
Es el caso de Jorge Omar Giménez, que selló su acuerdo con el nuevo frente electoral para pelear nuevamente la intendencia de San Martín prácticamente sin consultar ni con la almohada.
Volviendo a lo de Orozco, su llegada como compañero de fórmula de De Marchi sacudió mucho la estructura de los “caciques” del peronismo, que mantenían la tentación de responder afirmativamente a la propuesta de poner a uno de sus dirigentes, especialmente a Roberto Righi, en el lugar que ahora tendrá el intendente lasherino.
Aparentemente, pudo más el cansancio de Orozco con el radicalismo de Cornejo y Suárez que la lentitud para decidir de los “caciques” del PJ.
“No podían decirle que esperara un poco. El hombre venía muy enojado, harto con su partido”, dijeron en el entorno del líder de la nueva coalición. Asunto sellado.
¿Hay alguna repercusión de la realidad nacional en esta definición mendocina? Puede ser.
Es evidente que Sergio Massa no baja por ahora sus expectativas con respecto a las elecciones presidenciales.
La crisis económica es grande y atraviesa una especie de campo minado. Pero el ministro mantiene su sintonía con el Fondo Monetario y, por añadidura, con el gobierno de Estados Unidos, que no pretende que la Argentina agudice su crisis.
Esto lleva a que los seguidores en Mendoza del líder del Frente Renovador se hayan mantenido cautelosos con respecto a las ambiciones del armado demarchista.
Aseguran que alguna recomendación al respecto llegó desde el Palacio de Hacienda, en Buenos Aires. Hasta el cierre de esta columna la única excepción era el ex intendente Giménez, con su fuerte salto a La Unión Mendocina para intentar ganar otra vez en su departamento.
Con expectativas vivas de cara a la carrera presidencial, es coherente que Massa les sugiera a los suyos que se mantengan a buena distancia de toda disputa regional, como la que ocurre en este tiempo en Mendoza.
En cuanto al oficialismo provincial, no cabe ninguna duda que el portazo de Orozco sorprendió por la cercanía con el cierre de listas.
Posiblemente, sea el dato político más trascendente del tiempo de cierres que finalizó anoche.
El malestar con Orozco se agravó entre radicales.
Dejó la coalición oficialista cuando todavía le quedan varios meses al frente de la municipalidad departamental.
Esto motivó algunas renuncias de funcionarios que ya tenían discrepancias con el intendente y que formaban parte del desorden existente para encaminar la sucesión del jefe comunal, uno de los de peso pesado sin posibilidades de reelección.
Además, Las Heras es estratégico en lo electoral; tiene un porcentaje importante del padrón provincial.
Un triunfo en ese departamento puede ser soporte para uno a nivel provincial.
Es un detalle que inquietó a la conducción de Cambia Mendoza.
Por ello desde el comando cornejista hicieron sonar todas las alarmas posibles para que el ejemplo lasherino no cundiera en otros departamentos del Gran Mendoza.
No era algo probable, todo lo contrario, pero hubo algunos radicales que recordaron que hasta el propio Orozco había prometido que bajaba su precandidatura provincial si Cornejo decidía ser el candidato a suceder a Suárez, como finalmente ocurrió.
Sin embargo, el lasherino ya no está en las filas oficialistas.