Hace 15 años que trabajo con personas con problemas de adicciones a las drogas y fui adicto desde los 16 hasta los 30 años. La medida tomada por el Gobierno como incentivo de $ 8.500 mensuales para poder ayudar a adictos, es desacertada y poco imaginativa para esta problemática social.
Esta medida lo que logra es sólo generar una estigmatización aún peor de un adicto por parte de la sociedad ya que una persona en esas condiciones, en su gran mayoría, viene de un proceso de baja estima y ser excluido de la sociedad.
Por eso, para un adicto no hay mejor sensación que ser parte de un todo y que puede aportar a esta sociedad y sentirse parte de la misma. Por eso sostenemos que el esfuerzo para rehabilitarse, dignifica.
Uno de los errores de esta medida es que, si el Gobierno quiere ayudar a los adictos, podemos enseñarles a pescar y no darles el pescado.
Se puede incentivar con montajes de talleres, escuelas de oficio, becas de estudios, bolsa de trabajo y trabajo voluntario social, que genere en sí mismo una satisfacción personal de autosuperación.
Otro problema de esta medida es que el dinero, en cuenta personal, incentiva al mal uso del dinero como recaídas con las drogas, compras de cosas innecesarias, lo cual no es el destino original del aporte.
Sólo con ver las respuestas en la sociedad con esta medida, en medio de una pandemia con las familias argentinas en crisis económicas laborales, no hace más que recaer en los hombros de un adicto el rechazo de la sociedad y no la inserción.
Durante la pandemia, 10 chicos recibieron el IFE de 10.000 pesos y automáticamente agarraron los bolsos y se fueron para drogarse.
Esto es una medida más en la que no se verifica qué impacto va a tener en la persona que recibe el dinero.
Es tiempo de que el Gobierno adopte medidas superadoras y sostenidas en el tiempo.
Es tiempo de prevención seria en todos los establecimientos de la República Argentina, más allá de ideologías políticas.
Es tiempo de respuesta inmediata al flagelo de las drogas. Es tiempo de respuesta a esas familias desesperadas que no tienen los recursos para pagar un tratamiento privado.
Hace 15 años estaba destruido por las drogas, sin esperanza. Fue la mía una mala decisión, pero pude reconocer que necesitaba ayuda.
Me enseñaron el esfuerzo, el trabajar, el ayudar a los demás en involucrarse con la sociedad; a ser parte de la misma pero no siendo carga para la misma sino bajándose del carro para ser parte de los que empujan el carro para adelante.
Actualmente trabajo en Remar Argentina en Mendoza. Tenemos dos granjas con personas en proceso de recuperación.
Durante lo que va de este año pasaron por Remar Mendoza más de trescientas personas y actualmente tenemos ciento ochenta en esta condición.
En Argentina, tenemos diez granjas y por esto es que en base a mi experiencia personal y por las miles de personas que pasaron por nuestros centros, puedo decir que ésta es una medida que está lejos de ayudar y que esos mismos recursos, usados de otra forma, serían más efectivos.
