Así nació el vino

El vino es una verdadera obra milenaria, fruto del esfuerzo de generaciones y de culturas que fueron sumando innovaciones, partiendo de aquellos que domesticaron a las vides salvajes.

Así nació el vino
Spot del Fondo Vitivinícola por el 25 de mayo. ¡Viva la Revolución! muestra "cómo hubiera sido historia de aquellos patriotas de 1810 con el vino compartiendo escena en los debates"

Aunque para los griegos fue Dionisio quien enseñó a los hombres cómo hacer vino, no sabemos con exactitud en qué momento de la historia surgió.

Los arqueólogos dieron algunas respuestas, considerando a la Antigua Mesopotamia como cuna de esta bebida. Además, aparece en el poema sumerio de Gilgamesh: “Hay pocas producciones naturales que el hombre se haya apropiado para su sustento sin alterarlas -señaló el estudioso español Carbonell, en 1820-, o modificarlas, por medio de preparaciones, que varían mucho de su estado primitivo (…) pero la fabricación de los licores es en donde el hombre ha desplegado todo su ingenio, pues exceptuando el agua y la leche, todos los demás son obra suya. La naturaleza jamás formó licores espirituosos, lo que ella hace es promover la putrefacción del racimo en la cepa, mientras que su jugo se convierte por el arte en un licor agradable, tónico y nutritivo, que llamamos vino”.

Efectivamente el vino es una verdadera obra milenaria, fruto del esfuerzo de generaciones y de culturas que fueron sumando innovaciones, partiendo de aquellos que domesticaron a las vides salvajes.

Los egipcios, por ejemplo, aportaron el método de prensado. Lo sabemos por diversos murales conservados en algunas tumbas dónde se retrata a hombres cosechando o pisando uvas.

Cabe destacar que el comercio del vino, del que los mendocinos somos grandes protagonistas, se inició en el mítico río Nilo.

Los griegos consideraron al vino como un buen compañero de la filosofía. Durante los banquetes, tras de la comida llegaba el symposion (simposio), momento en el que se bebía y se filosofaba. Siempre lo mezclaban con agua o miel y leche, dado que aquellos vinos eran poco sabrosos y muy espesos. No hacerlo era considerado burdo. Era muy mal visto que las mujeres bebieran, salvo en Esparta dónde tenían más libertad.

En Roma se impuso la manera griega de beber y se afirmó que en el vino estaba la verdad («In vino veritas»). Los aportes romanos fueron numerosos. Por ejemplo, hicieron los primeros “blends” mezclando vinos de diversa procedencia y también fueron pioneros en cuanto al envejecimiento: pudieron guardarlos en buenas condiciones hasta 25 años.

Este pueblo utilizó lo que hoy conocemos como «denominación de origen». Debido a que Roma era el centro de Occidente, a la capital del imperio llegaban vinos de toda Europa y consecuentemente comenzaron a clasificarlos según su origen.

Durante la Edad Media el vino se vio amenazado por los invasores bárbaros (que preferían la cerveza) y por el avance del islam, que lo prohíbe. Para el cristianismo es parte fundamental de la liturgia, por lo que los conventos y monasterios se convirtieron en lugares de cultivo y de la vinificación. El uso de “Clos” o “Kloster” viene justamente de esta etapa. pues hacen referencia a «claustro» en francés y alemán.

Dos innovaciones medievales fueron la bodega subterránea y el uso de barricas de roble, esto último tiene su origen en la actual Francia.

Cómo vemos, el vino es un todo multicultural y milenario, al que accedemos a través de cada sorbo.

* La autora es historiadora.

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