Belgrano, San Martín y el Congreso de Tucumán

Por esos meses San Martín escribía a Tomás Godoy Cruz: “…en caso de nombrar quien deba reemplazar a Rondeau yo me decido por Belgrano, este es el más metódico de los que conozco en nuestra América, lleno de integridad y talento natural".

Belgrano, San Martín y el Congreso  de Tucumán
Belgrano y San Martín, los máximos próceres de la historia argentina.

“Así en uno de los momentos más solemnes de la historia argentina, San Martín y Belgrano se hallaron al lado del Congreso de Tucumán, inoculándole su espíritu, excitándolo a declarar la independencia y le prestaron el apoyo de su nombre y de su espada, participando de las mismas ideas políticas. (…) Estos dos hombres… fueron las dos robustas columnas en que se apoyó el Congreso de Tucumán, los verdaderos autores de la independencia…” nos dice Mitre en su monumental obra “Historia de Belgrano y de la independencia argentina” (1857).

Ambos fueron los impulsores de la Declaración de Independencia, y los máximos conductores de aquel extenso y largo proceso revolucionario iniciado en 1.810, que tuvo a Belgrano entre sus principales protagonistas y luego en San Martín su guía y continuador. Se conocieron previamente por carta, antes del encuentro personal en el norte, cuando a San Martín, en reemplazo de Alvear, le toca asumir la conducción de la tropa de refuerzo que debía incorporarse al ejército conducido por Belgrano para luego relevarlo en el mando.

Largamente había esperado Manuel la llegada de su amigo: “Crea usted que he tenido una verdadera satisfacción con la suya del 6…, y que mi corazón toma nuevo aliento cada instante que pienso que usted se me acerca, porque estoy firmemente persuadido de que con usted se salvará la patria… soy solo;… no tengo ni he tenido quien me ayude y he andado los países en que he hecho la guerra como un descubridor, pero no acompañado de hombres que tengan iguales sentimiento a los míos, de sacrificarse antes que sucumbir a la tiranía… en fin mi amigo , espero en usted un compañero que me ilumine para lograr el bien general de la patria y sacar a nuestros paisanos de la esclavitud en que vivían…”. Ambos líderes entendieron y comprendieron que su “unidad de miras” constituiría la coordinación y conducción que los “trabajos por la independencia” necesitaban.

Pocas semanas estuvo Belgrano al lado de San Martín, cumpliendo órdenes del Gobierno, el 22/05/1814 Manuel se despedía de José en estos términos: “Siento mucho que sus males continúen, quisiera poder contribuir a los alivios de usted, pero en la parte que puedo encargo a mis parientes que tengo en esa, que hagan cuanto les sea dable en su obsequio… Usted dígales lo que quiera seguro, de que le servirán como a mí mismo. Con arreglo a órdenes del gobierno marcho a Buenos Aires. Saldré mañana de aquí. No valgo nada; más cuanto yo fuese capaz de serle útil a usted pondré en ejecución…”, bajando a Buenos Aires para rendir cuentas de su actuación en el norte, mientras que San Martín, poco después, a causa de sus males y la convicción que la “Revolución no hará camino por el norte” pedía su relevo rumbeando para Córdoba a la espera de su designación como Gobernador Intendente de Cuyo. Belgrano, libre de culpa y cargo, será destinado en misión diplomática a Europa junto a Rivadavia.

Dos años más tarde San Martín, desde Cuyo, ocupado en la formación del Ejército de Los Andes, insistirá en la reunión del Congreso Soberano y mientras preparaba su plan, sembraba de espías Chile, coordinaba acciones con Martín Miguel de Güemes y recibía noticias de los movimientos realistas del Perú; apoyaba a Manuel Belgrano en sus tratativas, ante el Congreso, para instaurar una monarquía atemperada con un Inca a la cabeza.

Por esos meses San Martín escribía a Tomás Godoy Cruz: “…en caso de nombrar quien deba reemplazar a Rondeau yo me decido por Belgrano, este es el más metódico de los que conozco en nuestra América, lleno de integridad y talento natural; no tendrá los conocimientos de un Moreau o Bonaparte en punto a milicia, pero créame usted que es lo mejor que tenemos en la América del Sur…”

Enterado del regreso de Belgrano al Plata, ponía sus esperanzas que “ese amigo” sería su aliado en el plan de liberación continental que pronto esperaba emprender, en tanto ambos líderes, otra vez en conexión, presionarán al Congreso para dar “el golpe magistral de la declaración de la independencia” la que finalmente llegaría el 9 de Julio de 1.816 a instancias de Belgrano y San Martín.

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