La soledad es un amigo que no está / Es su palabra que no ves llegar igual / Si es que sus sueños son luces en torno a ti / Tú te das cuenta que él ya nunca ha de morir / Nunca ha de morir. (Luis Alberto Spinetta 1950-2012).
La poesía de Spinetta rompe los relojes, traspasa los tiempos. Los versos forman parte de la canción “Tema de Pototo”. La obra musical está dedicada a un amigo de la adolescencia de Luis, a quien creyó muerto en un accidente, así sintió su soledad interior al reconocer el vacío que le dejaba su compañero para seguir existiendo.
Esta conjunción poética de sentidos y sentimientos es el disparador de la reflexión de la Federación Argentina de Cooperativas de Electricidad, sobre el cooperativismo y su reciente día.
Lo importante sigue siendo lo que hoy llamamos empatía y que es la solidaridad inteligente con fin colectivo. Lo importante sigue siendo la organización humana creciente, pacífica y no violenta contra el caos y las mezquindades que se expanden. Lo importante es la cooperación como sentido y forma de vida. Lo importante es entender nuestro rol en las sociedades para conocer y aplicar el cooperativismo sin “concesiones”.
Ese es el rumbo que nos marcan las ciudadanías donde nos desarrollamos para dar servicios donde ni siquiera los estados llegan.
Después de la pandemia hemos entrado con las comunidades de las que participamos al siglo XXI.
La soledad que combatimos
Por eso la desolación descripta por el filósofo del rock argentino aplica cuando nos damos cuenta que las personas sufrimos la soledad al perder a nuestros pares con quienes transitamos nuestras vidas.
Venimos de un tiempo de muertes diarias mezcladas con historias heroicas cotidianas en los hospitales. Tenemos la sensación de estar saliendo de un túnel tenebroso. En esta post pandemia tenemos que decir que estamos vivos que no es poco. Nos avispamos, fuimos eficaces y eficientes por la necesidad de defender los servicios que brindamos en cada rincón del país donde hacemos y ayudamos a sostener las economías regionales como actores de la cada vez más potente economía social.
Fuimos parte de la solución en los peores escenarios sociales, económicos y financieros. Logramos los refinanciamientos necesarios para continuar con nuestras tareas. Trabajamos con los gobiernos locales y el nacional en conjunto para capear las crisis en cada lugar donde estamos. Discutimos en el Congreso por nuestros problemas socioeconómicos para darle reimpulso a nuestros servicios. Nunca dejamos de participar desde nuestro espacio en la toma de decisiones pensando en mejorar la vida de nuestras personas socias y usuarias. Y quizá, lo más importante: nunca dejamos de ser cooperativos entre las entidades de primer, segundo y tercer grado.
Eso nos fortaleció como sector productivo y de servicios, como empresas sociales. A la par, ocupamos los espacios necesarios dentro de los ámbitos oficiales para ser escuchados en reclamos y propuestas. Y al fin respetamos los estamentos oficiales que no son propios, por nuestros principios, y por el precepto ético que nos gobierna, no nos dejamos tentar con los cargos públicos.
El sentido colectivo que defendemos
No hay duda que estuvimos en una transición de dos décadas y que la pandemia fue como un conducto que nos puso abruptamente en este nuevo siglo por las realidades nuevas que tuvimos que enfrentar y adaptarnos. La revolución de las comunicaciones se metió de prepo en los hogares por los encierros sanitarios.
En ese contexto desarrollamos estrategias de política cooperativa que nos permitió llegar directamente a nuestras personas socias. Con todos los costos extra que significó salir a las calles con nuestros trabajadores llegamos a mejorar los servicios públicos por la mayor demanda domiciliaria. A la par, la conectividad nos permitió vincularnos con los dirigentes cooperativos y conocer sus realidades, dándonos la “proximidad” impensada antes de la epidemia global y pudimos llegar con la virtualidad a cada situación “particular” de cada pueblo o ciudad donde actúan las cooperativas que confluyen en FACE.
Es oportuno entonces agradecer lo realizado en la adversidad general que atravesamos a nuestros trabajadores y trabajadoras, a las dirigencias de cada entidad que estuvieron de pie para enfrentar un tiempo crítico que será un hito en nuestra historia.
Los problemas siguen estando y se multiplican. La economía solidaria deberá seguir respondiendo en un contexto agresivo por la macroeconomía propia y externa que condiciona a las personas y al colectivo social que también siente el monstruo de la guerra que siempre pisa fuerte.
No nos quedaremos quietos, las personas que componen la población en las que estamos insertos como empresas de la economía social siente un agotamiento entendible por la crisis que no cesa.
Además como advierte el médico epidemiólogo Gonzalo Vera Bello: “Después de la pandemia del Covid-19 viene la pandemia de las enfermedades mentales”.
Por lo dicho del especialista entonces deberemos tomar nuestros proyectos atendiendo estos condicionantes porque todas y todos padecimos directa o por cercanía esta enfermedad pandémica.
A la vez nos estamos ocupamos en ser más globales e integradores. Participamos activamente de emprendimientos asociativos dentro del bloque regional como la consolidación de la Clertic (Confederación Latinoamericana y Caribeña de Energía Rural y Telecomunicaciones–Tecnologías de la Comunicación y la Información).
Con este panorama y a esta altura de los acontecimientos podemos ser voceros de estas situaciones de crisis colectiva también. Pedimos a los gobiernos que sean responsables de la representatividad concedida por la ciudadanía, que soporta los embates de la política partidaria. Es decir, la verdadera grieta entre la mezquindad individual o sectorial y la necesaria generosidad social para pensar como nación. Por eso apelo a una consigna del histórico Alejandro Magno: “Recuerda que de la conducta de cada uno depende el destino de todos”.
*El autor es presidente de la Federación Argentina de Cooperativas Eléctricas