La relación bilateral entre Argentina y Brasil, intensa y extensa, hace tiempo que no pasa por su mejor momento. Divergencias ideológicas y otras cuestiones más puntuales, como la lucha contra la pandemia, la posición respecto a los EEUU y Venezuela, habían puesto obstáculos a la profundización de los vínculos recíprocos.
Pero Brasil ha dado el primer paso para revertir esa situación. El gigante sudamericano decidió un “acercamiento estratégico” con nuestro país, enviando al asesor presidencial en aquellos temas, abriendo un canal de comunicación directo entre las presidencias, por encima de las burocracias diplomáticas.
Determinantes de ese “giro realista” de Brasil y especialmente de su presidente, Jair Bolsonaro –con su particular estilo y visión-, fueron la pérdida de su mejor aliado, Donald Trump; la depresión económica mundial que se atraviesa y las tensiones con China. Pero también hay un componente de “supervivencia política” en el acercamiento.
Que el primer paso lo haya dado Brasil, no significa que la Argentina no padezca similares apremios, principalmente económicos, por lo que el movimiento resulta bienvenido y oportuno. Se pretende ir más allá del relanzamiento de los vínculos diplomáticos y comerciales. Que sea estratégico, significa que se realiza una prospectiva del mundo, es decir una anticipación del mundo que viene o vendrá y se determinan nuevos temas de la agenda bilateral.
En los documentos oficiales emitidos, se reitera, una vez más, la necesidad de profundizar la integración regional y con otros bloques como la UE; equilibrar el comercio bilateral, y hacer más competitivas las economías nacionales. Particular relevancia, por la coyuntura actual, adquieren temas como la cooperación en la industria automotriz, luego que la Ford Motors anunciara el cierre de sus tres plantas en Brasil. Pero también la negociación del TLC con la UE, luego de los fuertes reparos de algunos países europeos a la cuestión ambiental en Brasil. Aunque no se mencionó, para darle cabal significado estratégico al asunto, se debería haber puesto en la agenda la adopción de una posición común respecto a China.
Entre los nuevos temas se menciona, según se dejó trascender, la cooperación nuclear y espacial, en temas de la industria para la defensa, y la cooperación en el Atlántico Sur y Antártida. Asuntos que son nuevos por el enfoque y tratamiento y que en otros tiempos dieron lugar a fuertes rivalidades geopolíticas.
Decir que es un “acercamiento estratégico” es darle a la propuesta, de concretarse, el significado que tuvo la constitución del Mercosur para su época, de novedoso, progresista y simbólico, atento a la historia común de desencuentros y competencia entre ambos países.
