“En el mismo lodo, todos manoseados”. Cambalache demostró en los últimos días una vez más su vigencia eterna en este país. Mendoza, que siempre buscó mostrarse distinta al resto, no escapa a esa amoralidad argentina. El escándalo de Las Heras ha hecho descender la mirada pública a los sótanos de la política, donde todo puede ocurrir.
La denuncia en la que se mezclan fondos públicos, acomodos, chantaje y sexo es una bola de nieve que amenaza con convertirse en un alud que exceda a esa comuna y pase por encima a la política en su totalidad.
El caso Las Heras activa algunas preguntas que pueden incomodar a todos. ¿Eso ocurre también en otros municipios? ¿Y en la provincia? Los tres frentes que ocuparon el podio electoral el domingo pasado administran comunas. Los tres tendrían mucho que explicar si alguien decidiera tirar más del hilo.
También tendrían mucho que explicar los organismos de control. ¿Acaso al Tribunal de Cuentas no le parecen sospechosos millonarios pagos a organizaciones sin antecedentes y que prestan dudosos servicios?
“Nos perjudica porque todos pasamos a ser sospechosos”, admite un dirigente de Cambia Mendoza que ve venir la bola de nieve contra la política. “Por supuesto que no nos suma”, reconoce cuando se le pregunta por el impacto electoral favorable que pueda tener.
Los desmanejos y corruptelas que tienen como epicentro el municipio comandado por Daniel Orozco eran hasta hace unos días chimentos azuzados desde el oficialismo provincial liderado por Alfredo Cornejo.
Ahora, se sabe, son parte de causas judiciales que ponen el foco en cooperativas que recibieron millones y también en delitos sexuales contra una de las denunciantes. Los apuntados son un funcionario de segunda línea llegado del radicalismo de Capital, Osvaldo Oyhenart; un precandidato a intendente de Guaymallén derrotado el domingo, Fabián Mansur, y Janina Ortiz, secretaria de Gobierno y pareja del intendente.
En el nuevo refugio del intendente lasherino, La Unión Mendocina, creen que no es más que “pirotecnia” y que nada pasará porque “el Tribunal de Cuentas ya avaló el ejercicio 2021. Más allá de esa defensa, hay en el nuevo frente opositor miedos que nunca serán admitidos en público. Temen que aparezcan más desprolijidades que puedan complicarlos en los tres meses largos que quedan de campaña hasta las elecciones generales del 24 de setiembre. El socio, al parecer, no ofrece tantas garantías.
El viernes, mientras un fiscal y la policía allanaban la municipalidad, Omar De Marchi y Orozco compartían un acto escolar en la IV Brigada Aérea. Tal vez haya sido por el frío, pero el postulante a la gobernación parecía tenso. Su compañero de fórmula, en cambio, lucía imperturbable, como si nada ocurriera. “Estuvo repartiendo besos entre las maestras y los niños fiel a su estilo”, cuenta un testigo de ese momento.
Afuera, los esperaba la prensa. Pero ellos no se detuvieron para hablar. Ortiz tomó la palabra desde el municipio para redoblar la apuesta y acusar una persecución oficialista.
Después de ese acto por la promesa de la Bandera, los dos integrantes de la fórmula compartieron un largo almuerzo. El tema central está claro cuál fue. Y allí Orozco buscó tranquilizar a su aliado: “No hay nada”.
La contraofensiva no se hizo esperar. Una denuncia pone el foco en el candidato de Cambia Mendoza a la intendencia de Las Heras, el radical Francisco Lo Presti, hasta hace dos meses secretario de Obras y triunfador interno en las primarias. Lo acusan de enriquecimiento ilícito, un rumor que en la guerra de guerrillas municipal hace rato echaron a circular.
La razón es una casa en Tunuyán que le adjudican a su esposa. Pero en la denuncia hay una confusión en el orden de los apellidos y, además, la propiedad en cuestión está a nombre de otra persona, que nada tiene que ver con los apuntados.
Los aliados de hace dos meses se volvieron enemigos irreconciliables y la Justicia se convirtió en el ring donde zanjan sus diferencias.
Recalculando
Los allanamientos del viernes cerraron la semana en la que se hicieron las primarias, esa gran encuesta que sirvió para saber dónde está parado cada uno. Unas elecciones en las que todos dicen haber ganado, pero en las que, hilando fino, todos perdieron.
Aunque fue el más votado, Cornejo no pudo festejar por completo. Parafraseando a Sergio Massa, esperaba un resultado que empezara con 3, no importa si era 30, 31 o 35. Pero obtuvo 26% de los votos.
El responsable de esa merma fue Luis Petri, el rival interno que se quedó con una porción mucho mayor de Cambia Mendoza que la que vaticinaban las encuestas. El frente oficialista se clavó en el 42% esperado, pero repartido de otra forma.
Petri fue la sorpresa incluso para él mismo, pero también perdió porque se quedó en el partido preliminar y no jugará la final. Sí tendrá un lugar destacado en la campaña que se viene y en la política provincial, si sabe capitalizar esos votos que captó.
Ahora, Cornejo está obligado a convencer a ese 16% que votó a su competidor, a lograr el apoyo negado. Hay una figura que puede ilustrar ese desaire: la sociedad eligió darle un cachetazo al ex gobernador para que reaccione y haga cambios. Si hubiese querido noquearlo, ese voto en vez de a Petri hubiese ido directamente a De Marchi.
¿Qué falló? Hay una coincidencia en el oficialismo que le adjudica sólo a la publicidad electoral esa “redistribución” de los votos que la última encuesta, dos semanas antes de la votación, no alcanzó a captar.
Petri encontró el mensaje y el tono precisos. Distintos de la oposición rabiosa de De Marchi y el peronismo. Pero diciendo lo que Cornejo nunca podría decir: la provincia está en pausa por la gestión de Rodolfo Suárez.
La publicidad oficialista, en cambio, sonó a reiterativa y hasta “soberbia”. Como ese “nadie puede hacerlo mejor”. “Se comieron su discurso de que son fantásticos. Esa veneración al líder los llevó a encerrarse”, dice una voz crítica desde las entrañas mismas del frente.
Muy a su pesar, Cornejo salió en los últimos días a “abrazarse” a Petri y el Gobierno incluso prometió ejecutar algunas de sus propuestas, la exigencia del ex diputado para apoyar al vencedor. Empezaron por la más fácil, por cierto: inhibidores de señal de celular en un sector de la cárcel que se está por inaugurar. Más difícil será acertar con la campaña.
En la vereda de enfrente, De Marchi cumplió su meta de ser segundo y alcanzó el 20%, su mejor performance electoral desde que se prueba como candidato provincial. Pero es menos de la mitad de lo que obtuvo el frente Cambia Mendoza. Además, soñaba ser la estrella de la elección y Petri lo eclipsó.
En los últimos días su equipo retomó los focus group para conocer en profundidad las motivaciones profundas de los votantes de cada uno. El fenómeno Petri los obligó a ampliar el número de grupos destinado a analizar al radical. Es allí donde quieren cosechar. Necesitan más de la mitad de esos votos para hacer posible la elección con espíritu de balotaje que describen. Una ilusión que se aferra a la diferencia sólo con Cornejo.
La tarea es difícil. Deben pasar a la oposición votos que hoy están en el oficialismo. Una barrera más alta que la de las identificaciones partidarias hoy en declive.
La comparación con las PASO de 2019 demostró, como se contó el miércoles, que así como el oficialismo sostuvo su 42%, el bloque opositor duro se mantuvo inalterable en el 35%. Sólo que los votos que hace cuatro años fueron al peronismo, esta vez se dividieron entre el PJ y La Unión Mendocina (LUM).
El 20% de De Marchi y los suyos se explica por los votos propios del lujanino, que lo apoyan desde 2005; los de Orozco en Las Heras; los de fuerzas que compitieron en 2019 y hoy son sus aliados, como el Partido de los Jubilados, y en buena medida por votos peronistas que captó.
“Fueron seis o siete puntos que nos sacó y en setiembre puede sacarnos al menos tres más”, admite un candidato a legislador del PJ, compartiendo la mirada que tienen en LUM.
Pero suena difícil sumar a peronistas tan peronistas que votaron en un interna con candidatos muy flojos y a la vez a filoradicales. Para los primeros, deberá reforzar su recién estrenado discurso “peronismo friendly” y para los segundos, eliminarlo.
El PJ no tiene lados positivos para mirar después de la mayor de las derrotas. Hizo la peor elección de su historia en Mendoza y quedó tercero cómodo. Sólo tiene incertidumbre.
Pese a esto, increíblemente, tiene la chance de ganar un municipio radical desde 2015: el ex gobernador Celso Jaque fue el más votado y puede volver a ser intendente de Malargüe.
La obligación del Frente Elegí es retener ese 15% que obtuvo hace una semana. Pero los cinco puntos que captó la lista de Guillermo Carmona, un tercio de ellos concentrados en el Sur, los dominios de los Félix, no son precisamente afines al camporismo.
Por eso intentarán recuperar algunos de los votos que se fueron tras De Marchi y a la vez convencer a los “compañeros” que no fueron a votar desilusionados por el menú que les ofrecían. No bastó hasta ahora que Omar Parisi sobreactuara peronismo para borrar su pasado como dirigente y funcionario demócrata. Deberán buscar otras formas para lograrlo.
Sólo podría darle ese empujón necesario al peronismo que no le vaya tan mal en las PASO presidenciales de agosto en nuestra provincia. A esa creencia se aferra también Cambia Mendoza. Si crece el PJ, baja La Unión Mendocina. Eso no quiere De Marchi, que cree que puede ganar si logra su tan ansiada polarización.
En tiempos de campaña, la razón suele nublarse y los candidatos convierten sus deseos en verdades.